viernes, 3 de abril de 2009

Evolución

Si miramos en nuestro organismo encontraremos que lo que mueve nuestro ADN es un parásito que en caso de introducirse en el material genético provocaría consecuencias terribles para nuestra salud.

Pero ¿qué pasa si por casualidad este parásito entra en contacto y provoca una mutación de forma fortuita dándonos ventaja sobre el resto de las especies? De no haber sucedido así este planeta sería un remanso de "paz".

¿Debemos considerar el accidente algo malo?

El desorden, en el mal sentido de la palabra, rara vez es intencionado. Sin embargo ha propiciado grandes adelantos en la historia de la humanidad.

Fleming descubrió la penicilina por casualidad, después de volver de unas vacaciones de verano a su desordenado laboratorio que tenía algún cultivo de bacterias sin cerrar expuesto a todo lo que entrase por su ventana. En un laboratorio más controlado y aséptico Alexander Fleming no habría descubierto el importante medicamento, ni otro compuesto medicinal que desarrolló tras analizar una muestra sobre la que estornudó.

La evolución está a la vuelta de la esquina como si nos estuviera acechando pero para sobrevivir procuramos hacer todo lo posible para evitarla. Ser ordenados y mantener nuestro entorno de forma estable y agradable para sentirnos bien.
Lo contrario sería una temeridad fruto sin duda de la ignorancia.

¿Quién se arriesga a pedir un aumento cuando eso puede conllevar resentimiento o incluso perder su trabajo? ¿Quién se embarca a fundar una empresa con importante inversión de capital sin garantías de recuperación y con el riesgo de perdida de sus propias pertenencias? ¿Quién se arriesga a coger una maleta y alejarse de su ciudad natal en busca de su trabajo soñado?

Hay gente que lo hace y evoluciona.

¿Cuál debe ser el siguiente paso en el camino de la evolución personal o colectiva? Puede que la próxima vez no salga tan bién. La duda frena nuestros intentos por mejorar al ver como todo se desmorona a nuestro alrededor.


Negociar con un un drogadicto, un fanático religioso, o un delincuente es de lo más arriesgado y raros son los éxitos en ese terreno. Pero hay gente que se arriesga y acaban escaldados. Aun así no se rinden y siguen intentándolo, tal vez en busca de la ansiada evolución o simplemente buscando el regreso al orden  establecido.



Los fracasos estrepitosos de los demás nos preparan ante las posibles consecuencias de nuestros actos o ausencia de ellos.

Mientras que los éxitos ajenos suelen producir cierta admiración, o cuanto menos algo de envidia, que procuramos imitar restando importancia, a veces, al acto original para fortalecer nuestra autoestima al copiarlo.

El orden nos mantiene vivos y el desorden nos hace como somos. Hay que saber asumir ambos ingredientes de la vida.

2 comentarios:

  1. Probablemente dios no existe, pero si existiera sería yo, y prohibiría la evolución por pecaminosa. Los hombres no son monos. KILL ALL HUMANS.

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  2. Si hubiera que creer en dioses yo sería politeísta.

    La única religión Verdadera es el shintoísmo... ¿o no? ^_^

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