La curiosidad mató al gato. Pero el dicho se refiere a curiosidad insana.
Tener necesidad por saber qué hizo la querida de Luis Alberto José María de Todos los Santos cuando su marido estaba fuera de casa, en lo que viene a conocerse como "culebrón televisivo venezolano", no es curiosidad es... me reservo la calificación pero es fácil hacerse una idea.
Todos tenemos una parte curiosa en nuestro cerebro. Aunque sea por saber qué características especiales distinguen el nuevo teléfono móvil de un amigo, o cosas más frikis como saber cómo se fabrica una impresora 3D en plan DIY.
La curiosidad va por grados según la cantidad de esfuerzo que requiera conocer la respuesta y su utilidad.
Hay quien siente curiosidad por todo y trata de conocerlo sin pensar en su utilidad. Y hay quién no siente curiosidad por nada aunque lo aprendido le conllevase un provecho considerable.
Eso son extremos opuestos de lo que es un geek.
Como las cosas nunca son blancas ni negras del todo, podemos decir que tenemos intereses diversos atrayéndonos unas cosas más que otras.
En particular, el mundo de los smartphone tras varios años con PDAs y móviles avanzados, hasta los actuales que se renuevan en plan "añado esto, pero estropeo esto otro, para que el consumidor nunca esté plenamente satisfecho con su aparato y así tener margen para mejorar el mercado..." no me interesa demasiado. Al menos no tanto como veo a mis amigos enloquecer como quinceañeras tras Just1n B1eber, cada dos días por anuncios de modelos nuevos de la marca de móviles de turno. De verdad. ¡Vale ya! ¡Hacéroslo mirar!
En cambio, siempre he sentido gran curiosidad, y la he satisfecho, acerca de tecnologías relacionadas con el mundo audiovisual. Bien sean cámaras, reproductores o nuevas tecnologías en proyectores y pantallas de cine o TV.
Y por supuesto también me interesa la tecnología del software de producción audiovisual, edición de vídeo, efectos y animación 3D.
Tampoco soy muy nostálgico de las retroconsolas. Quizás porque apenas tuve una del albor de los tiempos y poco más. Y los juegos no me interesaron nunca demasiado.
Aunque sí he jugado en Amiga a muchos de sus juegos más famosos, pero no me limitaba a eso. A mí me gustaba más trastear con utilidades. Hasta en tiempos del Spectrum iba a tiendas y preguntaba si tenían cintas de utilidades. Entonces me miraban con cara de raro… Pero salía de ahí con mi cinta de Microhobby con 20 utilidades, o lo que fuera.
Es posible que nuestros intereses sean algo aleatorio. Algo que no se incentiva de no haber cierto factor externo y cierta revolución interna que te impulse a seguir ese camino pero estoy seguro de que sin curiosidad tienes menos vida que un muerto viviente.
¡Vive! Be geek!
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