El 20 de agosto a las 5 de la mañana fue la fecha y hora que escogí meses atrás para hacer cumbre. Era la hora prevista del amanecer en el Monte Fuji. El Go-raikō.
Como ya conté en la
1ª parte, había decidido subir el 19, terminando de subir el 20, y luego bajar de un tirón. Como hacen la mayoría de japoneses responsables que suben por primera vez.
Era jueves, día de labor, y habían terminado las fiestas más populares del verano en Japón, el Obon. (Aunque hay festividades todo el mes de julio y agosto en distintos lugares.) Lo que lo hacía un día relativamente tranquilo.
Además aún quedaban 3 ó 4 días para que terminase la temporada de aperturas de verano antes de que la Oficina de Correos de la cumbre dejase de abrir de 6 de la mañana hasta las 14 horas.
Esa noche dormí poco. Percibí la llegada de algún otro excursionista más que creo que pusieron algo más lejos de mí. No pegado a otro como hicieron cuando llegué yo.
Y escuché unos truenos tan fuertes como si cabalgasemos sobre las mismas centellas del rayo. Las lluvias previstas para la tarde del día siguiente parecían haberse adelantado unas cuantas horas.
Nunca había oído truenos de esa manera. Acostado comodamente en el refugio de montaña a 3400 metros de altitud, era como estar dentro de una ballena del tamaño de un estadio cuyo estómago ruge con hambre feroz.
La naturaleza se ve más majestuosa cuando no se encuentra totalmente invadida por las comodidades del mundo urbano.
De cualquier modo estando bajo techo dormí plácidamente esperando que llegase la hora de ponerse en marcha.
Y puntualmente, a las 2 de la mañana (en mi idioma serían 2 de la noche.), un empleado del refugio subió a la planta de las literas y anunció a todo el mundo que debido a la lluvia se recomendaba permanecer en el refugio y ver el go-raikō desde ahí; Al estar el camino a la cumbre mojado, podría ser peligroso y hacía más fácil posibles resbalones.
La ruta Yoshida tiene la peculiaridad de que el amanecer puede verse desde cualquier punto del ascenso de modo que si no llegas arriba del todo a tiempo no pasa nada porque verás el espectáculo de la salida del sol sobre las nubes desde la montaña igualmente.
Pero eso no es exactamente lo que significa el Go-raikō para los que realmente quieren verlo. Al margen de que tenía una entrega de postales pendiente en "Fujisancho", la cumbre del Monte Fuji.
Tras apenas 4 horas de sueño me espabilé con calma, recogí mis cosas en la mochila. Pero parece que perdí una de las linternas portátiles que llevaba con un colgante, especial para enganchar en el jack de audio del móvil. Palpé un poco, pero no quise perder más tiempo buscándola. Apenas valía 3 euros. (poco más que un botellín de agua mineral en la 8ª estación.)
Afortunadamente era la de repuesto y la linterna principal estaba conmigo con suficiente batería que me dio luz todo el camino hasta la cumbre. Fue buen consejo ese de "lleva siempre las linternas que necesites, más una." (by
Achifaifa)
Al asomar al baño en el exterior del refugio, vi que iba pasando gente subiendo a la cumbre ya.
Tras pagar mis 200 yen para usar el baño me puse en ruta hacia la cumbre, en mitad de la noche detrás de una fila cada vez más densa de otros escaladores.
Saliendo del refugio en torno a las 3 de la mañana todo iba según el plan para llegar a la cumbre a la hora. Con la pequeña molestia de una nube que cubría todo el Fuji.
Como la humedad era muy alta no hice fotos o vídeo con el móvil hasta estar a punto de alcanzar la cumbre. Y guardé la bolsa con mi cámara de fotos dentro de la mochila para mayor protección y llevar todo más compacto.
Tampoco me puse a escuchar música para no liarme con los cables y evitar tocar el móvil. Además en esos momentos la tensión aumenta lo suficiente y mi atención se centraba en seguir subiendo, descansando cada vez que paraban adelante. Porque las paradas eran muy frecuentes y podía seguir el ritmo estando recién descansado.
Toda la subida desde la quinta estación estaba salpicada de todo tipo de excurionistas, los había en grupos pequeños de amigos, en grupos grandes de viajes organizados con un guía que les daba consejos, había alguno religioso con peculiares sombreros que iban canturreando y manteniendo un ritmo constante sin correr pero tampoco parar.
Pero este último tramo de subida la variedad de gente subiendo se reducía ya que ya no adelantaba a nadie y nadie me adelantaba a mí.
Tras un esfuerzo insignificante en comparación con lo que fue el día anterior de la 5ª a la 8ª estación principal, empezó a clarear y vi lo que me parecía ser la llegada a la cumbre así que saqué el móvil y empecé a retransmitir via 4G con Periscope los últimos segundos de mi ascenso a la cima. Justo en torno a las 5 de la mañana, tal y como tenía previsto.
Los japoneses son tan chulos que tienen 4G en todo el monte Fuji. Practicamente en toda la ruta Yoshida y en la cumbre.
También hay Wifi pero no llegué a probarlo. En cualquier caso es una red menos estable y con menos alcance.
Pero lo de "clarear" era un decir. A más de 3700 metros de altitud la nube cansina se empeñó en no dejar ver el amanecer además de aumentar la humedad en un "10000%". La decepción se apoderó de mí. Y aunque llegué hasta ahí arriba. Había dos o tres cosas más que podía haber hecho pero la sensación de frustración me hizo no pensar en ello siquiera.
Una cosa sería dar vuelta al crater para ir desde la parte norte al sur para llegar a la auténtica cumbre de la cumbre. El pico de 3776 metros. Era como 40 minutos o más de paseo. No tenía ningún ánimo de ir hasta allí. Además, por fotos que se ven en StreetView, según por donde fuera parecía peligroso.
Otra cosa que luego eché en falta son más fotos o vídeos con la cámara DSLR. Llevé un peso muerto en mi mochila que hizo muy (muy, muy) cansado el ascenso sobre todo el día anterior para no sacarla siquiera de la bolsa. Y es que con tanta humedad no quería que se estropease. Así que sólo usé el móvil y en pocas ocasiones también.
La ironía es que en mi entrenamiento dos meses atrás, subiendo de los ~1600m a 2300m en la sierra del Moncayo, ya había decidido no subirme la cámara por su peso. Pero cambié de idea, como si no hubiera fotos desde el Fuji mucho mejores que las que yo hubiera podido hacer aún con condiciones meteorológicas favorables.
Respecto al tiempo, apenas hacía frío. Yo llevaba buena ropa y hubiera aguantado incluso temperaturas bajo cero y rachas de viento. En donde vivo Tudela aguanté con la chaqueta tipo softshell y las capas intermedias rachas de cierzo en invierno cercanas a los 60km./h.
Durante el ascenso llegué a ponerme la máscara que me llevé que cubre nariz y boca. Pero más tarde no la consideré necesaria. Además llevaba un pantalón tipo media bajo el pantalón de esquí que evitaba cualquier resquicio de frío.
Al estar cubiertos por una nube nos ahorramos la previsión de rachas de 40 Km./h. Y tuvimos una mínima próxima a los 6ºC o más calor, sin viento.
En la cumbre había unas sillas como para sentarse a contemplar el paisaje al amanecer. Pero nadie estaba atento a mirar el go-raikō porque no se veía nada y la gente entraba en los refugios a tomar un desayuno caliente y comprar recuerdos. Yo me acerqué a un puesto en el exterior y compré el segundo botellín de agua de mi ascenso. Este estaba de oferta por 400 yen.
Pregunté al hombre mayor que me la vendió por donde estaba la Oficina de Correos y me contestó que a unos 20 ó 30 minutos en dirección este-sureste, siguiendo las agujas del reloj por el cráter. Lo cual me empezó a desanimar. Porque pensaba que estaría más cerca.
Como aún era pronto incluso con el paseo por delante también entré en la tienda - comedor - refugio cercana y eché un vistazo. Recuerdo que me senté un momento pero no compré nada, así que seguí haciendo tiempo de pie en la entrada bajo el porche, evitando un poco la lluvia.
Luego hablaré de la lluvia.
Partí camino de correos. Pese a estar en la cumbre el camino es bastante retorcido, sigue habiendo subidas y bajadas y el camino tiene vericuetos y estrecheces y no está tan señalizado como la subida que es difícil salirse de la ruta. De hecho me pasé de largo y tuve que desandar un poco hasta encontrar la Oficina de Correos.
Si hubiera seguido un poco más, otro tanto, desde la oficina de correos que está en la parte este del Fuji, habría llegado a la cumbre de la cumbre, en el sur del crater.
Aunque no por el camino que me había pasado que era un punto sin salida.
En la oficina había gente esperando y era un lugar muy pequeño pero aún así no había demasiada cola y apenas tuve que esperar a ser atendido. Antes de eso me quité la mochila y abrí el bolsillo donde había metido las postales.
-HORROR! Están todas empapadas! ¿Podría ser que el bolsillo no estuviera bien cerrado? No. No era eso.
Las agité un poco ahí mismo como pude, a ver si se secaban un poco. Las más afectadas eran quizás las que iban metidas en sobres de papel. Aunque alguna postal llegó a su destino algo acartonada. Las entregué y pedí un set de postales exclusivo de esa oficina que contiene un certificado de que:
"DON....<ponga aquí su nombre>"
-Tú has llegado al lugar ubicado en los 3776 metros sobre el nivel del mar en la cumbre más hermosa del mundo del Monte Fuji. Has logrado ascender hasta allí y esto lo certifica. Oficina de Correos de la cumbre del Monte Fuji. <20 agosto 2015>
Y un sello de 52yen para enviarlo por correo a tu casa en Japón, o añadir 18yen(al menos) más para enviarlo a otro país; y le pongan el matasellos de la cumbre.
Yo me lo guardé y sólo envié las postales. También había una para mí, así que matasellos de la cumbre también iba a recibir. Además de que envié varios tweets con foto geolocalizados y fechados.
Ahora el certificado está colgado en la pared junto a otro más pequeño que indica fecha, lugar de inicio del ascenso, temperatura, tiempo, lugar y momento del descenso, también con sello para enviarlo a Japón.
La funda de ambas postales es una maravilla de foto del Fuji en tamaño A5 vertical tipo carpeta plastificada donde se puede apreciar la ruta de subida y bajada aunque medio cubierta de nieve, y todo el set sólo costaba 500 yen (impuestos incluidos).
Había también otros diseños de postales, incluso en "3D", sellos y llaveros originales disponibles este año 2015 sólo en esa oficina según hayé en esta web:
http://www.post.japanpost.jp/notification/pressrelease/2015/08_tokai/0707_01_02.pdf
Después de desandar el camino desde la oficina postal, que quedaba ya en la prefectura de Shizuoka, volví a la prefectura de Yamanashi por el cráter buscando el camino de descenso que es distinto del de subida, o se armaría un follón inmenso entre los que suben y bajan continuamente.
El camino de descenso es uniforme y ancho. Y va siempre en tramos de cierta longitud en zig-zag durante medio descenso y tramos algo más cortos también en zig-zag en la otra mitad. Yo diría que das media vuelta como 70 veces o más (o quizás un poco menos).
Ojalá el camino de subida fuera tan cómodo, pero la distancia es algo mayor y también se podría hacer muy pesado. Seguro que muchos lo preferirían a las inmensas escaladas rocosas y desalentadoras que se encuentran cada dos por tres en el ascenso.
Es ahora cuando quiero hablar de la lluvia. Desde que empecé el ascenso a la cumbre este día, empezando en la Verdadera Octava Estación (3400m), la lluvia era fina. Invisible. No se notaba nada. Salvo que estaba nublado y húmedo. La razón por la que las postales estaban empapadas era que la lluvia atravesaba incluso el material impermeable de la mochila.
Atravesó incluso mi softshell impermeable, y mi pantalón de esquí impermeable.
Mis caros guantes de nieve de Goretex marca Salomon parecían una esponja empapada por dentro. Con la que podrías limpiar perfectamente un edificio de 5 plantas con el agua que tenía acumulada.
Mis zapatillas deportivas, que uso siempre, -no usé botas de montaña, porque pesan y no suelen tener buena adherencia- no me dieron guerra en el ascenso; y se llevaron la peor parte en el descenso que empezó a las 7 de la mañana y terminó casi 4 horas después, a las 10:49.
Y es que aunque la pendiente es suave, es continua y no haces más que bajar y bajar durante horas. Arrastrando tierra rojiza, que combinado con la humedad de la lluvia fina-invisible las llenaban más y más de barro.
Si la primera parte de la subida fue un esfuerzo tremendo, el descenso fue peor. Pese a ser un camino más cómodo, sin obstáculos, salvo puntuales cruces con los bulldozer de mantenimiento, que cerca de las 10AM suelen transitar algunos puntos del camino hasta intersecciones que tienen para su uso exclusivo.
La falta de aire por la altitud, y lo largo que se hacía el camino, combinado con el madrugón, el desaliento, tal vez por el disgusto de no haber visto el go-raikō, y la fina lluvia-invisible, hacían que la bajada se hiciera muy larga. Además no se me ocurrió en ningún momento ponerme a escuchar música, algo que me animó y ayudó mucho al subir el día anterior. Pero me preocupaba que se mojase el móvil más, como las postales.
En este tramo no hay casetas o refugios donde parar a sentarte o comprar provisiones, si quieres pararte lo haces en una roca en cada esquina del camino en zig-zag, o, como hacía yo, directamente sobre el bastón de escalada que llevaba.
Me vino muy bien como lugar sobre el que me recostaba. En una ocasión alguien vino detrás y preguntó si estaba bien.
-Estoy bien. Sólo cansado. :D
Creo que me lo preguntaron más de una vez. 疲れました!
La misma persona más tarde me llegó a preguntar a mí, primero si era el camino correcto y luego cuánto faltaba para llegar.
Son como 7 Km. en total. Cuesta abajo. Y la gente que me adelantaba solía ir más ágil que yo; pero en general también con alguna dificultad; y más de uno buscaba el modo de descender más apropiado. Algunos caminaban de lado. Vi a una chica bajando de espaldas, clavando los talones contra el suelo, junto a otras personas que iban normal o haciendo "drifting". Todos con la finalidad de amortiguar la pendiente.
Durante el descenso no adelanté a nadie o casi nadie. Si lo hice, no tardaron en volverme a adelantar y dejarme muy atrás en mis largos descansos sobre el bastón.
No había casi gente a esas horas bajando. Menos incluso que la que me crucé subiendo sólo medio tramo entre la 6ª y la 7ª estación.
Fue una paliza, aunque curiosamente lo que tardé en bajar no difería mucho del tiempo medio previsto. Y eso contando los descansos. Ya que no hice más que parar y parar y parar y parar y parar a descansar sobre el bastón que poco a poco se presionó tanto que, una vez abajo, no fui capaz de desenroscarlo para plegarlo.
Me faltaban fuerzas. Intuí que no recuperaría la condición física hasta que bajase más altura. Pero no la recuperaba, por muchos tramos de unos 50 metros (a ojo) más o menos que recorriera siguiendo el zig-zag del camino.
En ocasiones yo mismo hacía zig-zag en el ancho camino. Ese también es un truco, para amortiguar la rampa o la pendiente, que me enseñaron en las pirámides de Teotihuacan. Jejeje. Ya podrían ser sólo los metros que tiene la pirámide Sol, la subida al Fuji.
Después, los tramos de zig-zag se hacen un poco más cortos pero aún quedan como 30 largos tramos con sus giros que ya había estudiado en casa, aunque hay pocos planos claros de la ruta. Y sabía que aún faltaba mucho.
Finalmente dejas de hacer zig-zag y empieza a haber más vegetación, llegas al tramo que es todo recto, pero aún faltan más de 3 kilómetros hasta el punto de partida en la 5ª estación.
Es en este punto cuando las fuerzas empiezan a volver. Ya no estás tan cansado. Aunque pagarías un c*jón por que las mulas que viste en la 5ª estación para subir a la 6ª estación (pueden llevarte hasta la 7ª) te llevasen lo que queda del camino.
Cuando empecé a atravesar los pasajes anti-desprendimientos tuiteé con esta foto "Ultimos tramos de descenso" y es como aquel que dice "ya estoy llegando" pero aún te falta cruzar Narnia, el campo de Oliver y Benji, Mordor, Ikea y hacer autoestop por Invernalia a ver si te recoge un carro camino de Desembarco.
Es decir, faltaba aún aproximadamente una hora para llegar; en versión no extendida por Peter Jackson.
Pero estando ya por debajo de los 2500 metros de altura ya no notaba tanto cansancio, ni necesitaba hacer prolongados descansos. Notaba las fuerzas volver.
Después de atravesar unos cuantos túneles anti desprendimientos más me encontré con un área donde había caballos amarrados y el encargado me preguntó si quería viajar en ellos a la 5ª estación.
Me di la vuelta y pregunté, por curiosidad, Ikura desu ka?
El hombre sacó un papel y me mostró el precio: 12000 yen.
A lo que respondí, Takai. Arigatō. Y seguí mi camino mientras el hombre me daba ánimos para lo que me quedaba de camino con un Ganbare〜!
Pensé que, con todo lo que he caminado lo que falta es insignificante para pagar ese dineral. Y así fue.
Al alcanzar la 6ª estación, tras juntarse el camino de descenso con el de subida, en 20 o 30 minutos más llegué al lugar desde el que comencé mi subida al Fuji.
Fui al baño. Traté de secarme un poco. Y descubrí otra sorpresa al mirar en un bolsillo de la bolsa de la cámara de fotos donde guardaba una batería de repuesto y el billete de vuelta de autobús que, HORROR! -Está empapado y pegado a la batería.
Fui al despacho de billetes algo preocupado y me dijeron que no pasaba nada y me indicaron la hora y lugar del próximo autobús de regreso a la estación Fujisan en Yoshida.
Al llegar el autobús la interventora se rió, al mismo tiempo que lo hacía un ojiisan que estaba sentado en la primera fila, al entrar mostrando el billete pegado en la batería mientras decía 雨ですから o 雨のために。-"por culpa de la lluvia..."-
El autobús se llenó de excursionistas que regresaban del Fuji y tuiteé a eso de las tres de la tarde que más de una docena de personas del autobús estaban durmiéndose en el trayecto, incluído yo.
Pasamos junto al parque Fuji Q Highland, que tiene montajes especiales de Evangelion con una cabeza del robot a escala 1:1, y otras atracciones.
Después pude volver a ver el Monte en la lejanía. Se dejó ver! Como despidiéndose.
Una vez llegué a la estación, necesitaba cambiar un billete en monedas para la consigna pero....
HORRROR, y van ya tres sustillos ese día. Aunque éste es, con diferencia, el más preocupante. Todo el contenido de mi cartera, que está plastificada, cerrada con velcro, metida en el bolsillo con cremallera del pantalón especial impermeable de montaña, incluído pasaporte y fotocopias con teléfonos y datos de interés, estaban empapados como si hubieran estado dentro de un río.
Y llevaba billetes con en torno a algo más de 10.000 yen (70€).
El problema lo resolví yendo al baño del centro comercial donde comí el día anterior. Y secándome todo lo que pude en el secador automático. De vez en cuando entraba alguien y yo disimulaba. Mientras me secaba un calcetín, la cartera, o un billete tras otro.
Al salír del baño había una máquina que daba cambio. Y probé suerte con el billete aún algo húmedo a ver si me daba monedas. Y la hubo.
Fui a la consigna y recuperé mi maleta. Volví con ella al baño y me terminé de cambiar; y de secar cosas importantes. Algún papel que era redundante y difícil de recuperar lo tiré. Metí toda la ropa de escalada en bolsas al vacío que me llevé para reducir el espacio. Aunque con la humedad que tenían no se redujo todo lo posible.
Después salí a comprar algún refresco en una máquina expendedora delante de un apeadero de autobuses y me senté en un banco mientras intentaba desplegar el bastón para ver si podía meterlo en la maleta. Pero no había manera.
Un amable japonés me vio en apuros y preguntó. Se le ocurrió que él podía tirar en un sentido mientras yo tiraba en otro. Y FUNCIONÓ. Le dí un emocionado ありがとう! Muchas gracias. Y guardé el bastón en mi pequeña maleta con ruedas.
No tenía reserva de tren desde ahí hasta Tokio. Pero sí una a las ocho de la tarde desde Tokio a Utsunomiya. Así que me fui encaminando.
Cogí el primer tren de vuelta a Ōtsuki, que no era tan turístico y peculiar como el de la venida, y no hacía tantas paradas para mostrar el paisaje de alrededor.
Desde allí miré varias opciones y elegí el tren más directo hacia la estación de Tokio.
Unos catalanoparlantes pasaron delante de mí y entraron en un tren que paraba en Mitaka (la ciudad del Museo Ghibli), le preguntaron a una señora: -Mitaka made? "Hacia Mitaka?". A lo que asintió.
Unos minutos después llegó mi tren que me llevó a Tokio.
Allí entré en un "Uniqlo express" pequeñito que hay en la misma estación y decidí comprarme un pantalón nuevo que me hacía falta. Y busqué otras prendas en un H&M del mismo edificio aunque no encontré algo típico de Japón como calecetines tabi o así. Claro. H&M no es una tienda muy japonesa que digamos.
Finalmente tomé el tren bala hacia Utsunomiya. En Tokio hacía un calor infernal pero en Utsunomiya, más al norte, se estaba bastante más fresco.
Al llegar a Utsunomiya fui al hotel donde me atendió una recepcionista que me dijo que hablaba algo de español. Y me explicó el sistema de "amenities" que tienen junto al ascensor donde te puedes proveer. Me llevé un "relajante" de ojos que me hizo gracia. En la habitación revisé mis pies tras todo el periplo y salvo algo arrugados como si hubiera estado metido unas horas en una bañera estaban en buenas condiciones, sin rozaduras o señales del esfuerzo al que los había sometido.
Tenía un descuento que había imprimido antes de ir a Japón, para cenar en un local de gyoza (y otras comidas) con el que me regalaban la bebida.
Utsunomiya es conocida como la ciudad donde se originó el gyoza. Especialidad japonesa derivada de un tipo de empanadilla china.
El hotel estaba a pocos pasos de la estación de tren y en la plaza de delante de la estación había bastantes restaurantes. No vi ninguno que no fuera de gyoza en la capital del gyoza.
Al menos, en ese momento. Y, del que tenía descuento, había dos pequeños restaurantes de la misma cadena en la misma plaza.
Comí 6 gyoza de cerdo con salsa de soja, y un buen ramen junto a mi bebida gratis, que creo fue un zumo de naranja. Todo por 1058 yen (8 euros). Casi no suelen tener refrescos en los restaurantes típicos especializados, y a veces ni agua.... Hay que insistir con el agua, a veces. Aunque hay donde te la ponen sin preguntar, gratis. Vendría bien saberse la palabra お冷 "o-hiya" -agua de beber- (literalmente, agua-fría). En vez del típico 水 "mizu" que es más genérico y no siempre lo entienden cuando quieres beber.
Todo bien acompañado de un "kudasai" -haga el favor-. O más humilde "kuremasenka" -no me haría el favor usted?-. Allí las formas lo son todo.
Eran más de las once de la noche, la última hora en la que permanecía abierto ese restaurante. Y me acerqué a un combini a comprarme algo para el día siguiente y un postre que comí en el hotel: "suika" (sandía) que pagué con tarjeta Suica. Jeje.
Fin del día más largo de mi vida. :D (De 2AM a ~0h)
Todas las fotos del viaje están en:
Google Photos - FreddyJP2015 - Japón 2015
No he terminado, ni mucho menos con el Monte Fuji. Habrá parte 3.
Tengo algunos vídeos que mostrar y un artículo más extenso explicando por qué decidí subirlo; cómo me preparé para la aventura; alguna anédota que quizás sorprenda, consecuencias y conclusiones de haberlo subido y consejos importantes para quien quiera subirlo también.
Pero tardaré un poco más. Hasta que acabe de completar el diario de este segundo viaje de dos semanas por Japón. Ya hemos pasado el ecuador.