viernes, 22 de enero de 2021

El Monte Fuji (parte 3); O ¿por qué subí el Fuji?

Ha pasado más tiempo del que pretendía desde que escribí las entradas del blog relatando mi subida al Monte Fuji parte 1 y parte 2. (Han pasado más de 5 años desde que escribí esos artículos. Disculpa si soy algo redundante al volver a contar partes de la experiencia de subida.)

Ha sido una larga "go-busata" en toda regla. Pero voy a pagar la deuda conmigo mismo y con todos los que tenían interés en leer esto ahora para explicar por qué subí el Monte Fuji pese a ser bastante flojo o negado en los deportes y cualquier esfuerzo físico algo elevado.

Y también explicaré, para los que quieran subirlo cuando vuelva a ser posible, qué habría preparado mejor antes de subirlo sabiendo lo que sé ahora.

A las 5 de la mañana, hora de Japón, del 20 de agosto de 2015 alcancé en solitario con ojos algo apesumbrados, con una mezcla de sensación de éxito y fracaso la cumbre del Monte Fuji.

Éxito porque llegué a lo más alto de Japón como había previsto.

Fracaso porque a esa hora debía empezar a verse el amanecer, el Go-raikō, pero todo el Monte Fuji estaba cubierto por una gran nube neblinosa que calaba hasta los huesos, literalmente (como ya expliqué en las entradas del blog), que impidió ver el sol hasta muchas horas después, justo cuando bajé de la montaña.

En mi modesto entrenamiento, unos meses antes subí a la cumbre del Moncayo, que está a unos 2300 metros de altitud al sur de Navarra, ya en Aragón no muy lejos de Tarazona, a unos 48 kilómetros pero como es carretera comarcal y un trozo de montaña cuesta una hora llegar en coche desde donde yo vivo.

En 2015, con 41 años, con la cantidad de veces que había visitado el lugar de excursión y a comidas familiares, aún no había subido a la cumbre(ni esa, ni de ninguna otra montaña a pie) de esa cercana sierra de tres pequeños picos. Que terminan más o menos(2314m) a la misma altura por la que se empieza a subir el Monte Fuji en Japón(~2300m) hasta la cumbre en los 3776 metros.

Cuando alcancé la cumbre del Moncayo, que por entonces se me antojó difícil y agotadora desde 1621 metros de altitud, tuve un típico episodio de euforia al alcanzar la parte alta tras superar el ascenso a lo alto de la peña del Moncayo, junto a la hoya de San Miguel al atisbar la cumbre tras el suave trayecto de bajada y subida, ya superada la parte dura de escalada.

Pero al llegar a esos 3776 metros del Fuji no lo fue tanto. El tiempo no acompañaba. Y desde luego aprendí que lo del Moncayo era un juego de niños. Aunque no deja de ser una montaña peligrosa porque no está tan bien acondicionada. Y ha habido gente que se ha perdido o tenido accidentes fatales pese a ser mucho más modesta que el Monte Fuji.

En Japón alcancé los 3776 metros de altura; aproximadamente. Porque no llegué a subir a la cumbre de la cumbre dando la vuelta a todo el cráter del volcán. Pero al pasarme de largo de la Oficina de Correos siguiendo el sentido horario desde la llegada a la cumbre por la ruta Yoshida, casi estuve a los pies de la última rampa que lleva a la cumbre final. Me quedé a unos 5 ó 10 minutos del observatorio meteorológico donde está. Y lo vi a simple vista. Entonces di la vuelta y vi la Oficina de Correos.

Por eso subí el Monte Fuji, para envíar postales desde la cumbre del Monte Fuji.

Y es que la comunicación, sea por medios escritos, audiovisuales, o electrónicos siempre ha sido una de mis pasiones.

Ese día no hacía mucho viento. Aunque a esa altura sí hacía bastante fresco sobre todo durante el último tramo de ascenso. Una vez arriba, las nubes con llovizna y la falta de obstáculos, o quizás la presencia de ellos; porque no es una cumbre lo que se dice llana, hacía que no hiciera tanto viento ni excesivo frío una vez en la cumbre, aquel día.

En mis entrenamientos por mi ciudad durante el invierno en algunas partes poco urbanizadas llegué a enfrentarme a rachas de viento más duras que las que tuve en el Monte Fuji. Próximas a 60 Km./h. Y solía andar con una máscara anti viento en esas ocasiones. En el Fuji sólo necesité ponermela temporalmente los últimos minutos de ascenso. Por el intenso frío que se disipó al llegar arriba del todo.

Agosto en Japón es cálido pero las leyes de la física hacen que hasta cierta altura haya 6ºC menos por cada 1000 metros de ascenso sobre el nivel del mar. Y las 5 de la madrugada; que si lo trasladamos al modo de pensar de un español peninsular, que no usa la hora solar, serían como las 7 de la mañana en verano, y aún no son horas precisamente cálidas.

Otra razón por la que subí el Monte Fuji era simplemente mejorar la experiencia del primer viaje a Japón. Poder decir que en mi segundo viaje hice algo que iba más allá de lo que hice en el anterior y poder decir que "he estado en lo más alto de Japón".

Llevando ya 3 años estudiando japonés en clases presenciales con mi profe de japonés y el libro de texto "Minna no nihongo" lo de visitar el Monte Fuji era también algo bastante recurrente. Se habla de ese monte como un símbolo, casi como un ser vivo. Sagrado. Subirlo es "casi" una religión. Desde 2013 es patrimonio de la humanidad por la Unesco.

Y luego está el dicho que probablemente me impulsó más aún de:

富士山に「一度も登らぬ馬鹿、二度登る馬鹿」

(ふじさんに「いちどものぼらぬばか、にどのぼるばか」)

-El Fuji "Si no lo subes una vez, tonto; si lo subes dos veces, tonto".-

A mí el MediaMarkt me podría vender cualquier cosa con su slogan... porque "yo no soy tonto". jaja.

No obstante sé de gente que lo ha subido incluso tres veces.

Y aún me planteo quitarme esa espinita algún día de no ver el go-raikō y llegar a la cumbre de la cumbre. Aunque uno ya está un poco mayor. A 3 años y poco de alcanzar el medio siglo de vida a mis espaldas.

Otra razón por la que subí el Fuji fue ver dos o tres blogs donde otros han contado su experiencia de subir el Fuji. También soy muy de "culo veo, culo quiero". Jaja.

Por ejemplo el blog de Ikusuki. Que veo que subió el Fuji en 2017 una segunda vez.

Y estoy seguro, por mucho que diga el dicho, que Ikusuki tampoco es tonto. Jeje.

En mis preparativos todo eran dudas. Miraba en Google Streetview para hacerme una idea de cómo es la ruta Yoshida. Que alguien subió y bajó el monte entero con ese trasto de cámara de Google encima para que podamos subirlo virtualmente en 360º desde la comodidad del hogar.

Ver el anime Yama no susume / Encouragement of Climb es una de las cosas que pude hacer y no hice hasta después de subir el Monte Fuji aún sabiendo de antemano que en la serie cobraba bastante protagonismo.

La primera temporada son episodios muy breves de apenas 3 minutos. Donde se cuenta la historia de unas chicas a las que les da por subir montañas de Japón (con las que hay).

La segunda temporada es más parecida a un anime completo; Aunque cada capítulo dura unos 12 minutos. La mitad de lo normal. Pero se dedican tres capítulos completos (9, 10 y 11) al primer ascenso de las protagonistas al Monte Fuji. Que posteriormente he visto varias veces rememorando mi propia experiencia.

Y digo primer ascenso porque en el manga ya ha habido un segundo ascenso. Aunque en las tres temporadas producidas hasta el momento del anime aún no han llegado esos capítulos.

Es una serie de vivencias sin grandes dramas, con toque comédico y lleno de consejos para la escalada casual. Y paisajes reflejados con mucha fidelidad. Y la atmósfera. El sonido al llegar a la cumbre parece sacado de allí mismo.

No me resulta tan realista el paso del tiempo. Se resume en exceso todo el agotador esfuerzo que hay que hacer. Os aseguro que el Monte Fuji no se sube en 12 ni en 24 minutos y mucho menos se termina de bajar en 36.

La ficción animada tiene estas limitaciones; o si no tendrían que hacer capítulos de cuatro horas y media.

Ver la segunda temporada completa es muy recomendable. No sólo los capítulos del Fuji sino también los anteriores porque se explican qué preparativos se hacen. Y se explica mejor (mini-spoiler) porque fracasa una de ellas en su primer intento de alcanzar la cumbre. Es quizás la parte más emotiva y que aunque yo no fracasé si empatizo bastante con ese momento por no lograr del todo ver el amanecer que he visto en tantas fotos y vídeos. Qué quizás se podía planificar mejor con algún día de margen para encontrar el día óptimo por la previsión del tiempo. Aunque que el Fuji esté cubierto de nubes es una constante del universo. Pero que lo estuviera arriba del todo toda la tarde, noche y toda la mañana ya fue mala suerte.

Seguro que de ver el anime antes, habría corregido más de uno de mis errores. Como ir desde Kioto.

El viaje desde Kioto en tren es largo. Y más aún si tomas desde Shizuoka el tren paisajístico Wideview Fujikawa. Que recorre la ladera oeste del Monte Fuji bastante más despacio que lo que tarda el tren bala en llegar a Yokohama o un lugar cercano donde tomar autobuses que te llevan directos a la estación de inicio del ascenso del Fuji al final de la "Subaru Line", o Quinta estación. O trenes que llegan con agilidad a Ōtsuki donde se toma una línea privada de tren turístico hasta Fuji-Yoshida.

En mi primer viaje, en 2011, ya había ido en un tren Wideview y el paisaje era precioso en otoño en los valles de los Alpes japoneses por Hida. Pero esta parte del Fuji, con un río medio seco, en verano de 2015 era fea. De no ser porque por primera vez miré al Fuji de frente, o de costado, y hasta ese momento no lo había visto tan cerca y ahí es donde me di cuenta de que me estaba metiendo en un buen berenjenal. ¡Lo grande qué es; el joído!

Para el tema de provisiones improvisé un poco. Más o menos tenía idea de ir al pueblo cercano y buscar un super que había visto en algún ascenso de otros reportajes en televisión. Curiosamente, la tarde-noche anterior la pasé en una sala de estar de un albergue de Kioto escribiendo las postales que me quedaba por escribir para envíar desde la cumbre del Fuji y en la TV japonesa emitían en ese momento un programa donde entrevistaban a extranjeros que subían al Fuji.

-「明日私も登ります。」- le dije a uno que entró a la sala y también vio el programa.

Lo que encontré por los alrededores de Fuji-Yoshida era más bien una drugstore con alguna que otra cosa de picoteo, y de beber como aguas, Pocari sweat(para probar) y también compré Aquarius que tenía unos envases más prácticos para la escalada al ser ligeros y comprimibles totalmente para no tirar nada en la montaña. 絶対。Y tuve que caminar bastante tanto al ir como al volver a la estación de tren donde tomaría el autobús a la Quinta Estación del Fuji. En la estación de tren, antes de ir a por las provisiones, comí un buen udón con extra de huevo duro casi como única comida importante para toda la aventura; Nada de arroces que el arroz y subir montañas me dijeron que estriñe.

La aventura la haría en dos fases. Como hacen la mayoría de japoneses sensatos.

Hay otros "locos" que lo suben de un tirón. Y también hay un cartel bien grande en el comienzo del ascenso de verdad, en la Sexta Estación, que habla de la estadística de personas que fracasan acabando heridas, con mal de altura o algo peor al intentar subir de un tirón. Más de 1 de cada 10 de los que hacen este "bullet climbing" no lo logra y se tiene que volver al ponerse malos. El 14%. Los que lo suben con normalidad, descansando, tampoco son pocos los que fracasan pero son muchos menos, 5%.

Por la ruta Yoshida cada 10 minutos (que parecen 40) hay algún refugio donde se puede comprar comidas, bebidas y sellar tu paso por cada estación al fuego bastones de madera que se compran en la quinta estación. No son unos bastones muy prácticos para apoyarse en una escalada pero pueden ser un recuerdo especial si se está dispuesto a acarrear con ellos. También tiene alojamiento que cuesta como un hotel algo caro (como 9000 yen, por entonces) pero con la comodidad de un camping de literas. Vamos, lo que viene siendo un refugio de montaña. No está permitido descansar en el interior; si no es alojándose en sus literas a la hora de dormir. Pero hay algunos bancos en los exteriores de las cabañas.

Además se sabe que hay cerca uno de estos refugios porque las letrinas y aseo que tienen en el exterior, que son de pago, con una hucha para echar unas monedas que sirven para su limpieza, se huelen a cierta distancia. Un olor a váter sin canalizar que es difícil ignorar.

El Monte Fuji es subido durante la temporada de algo menos de tres meses de verano por más de 300.000 personas cada año. Eso son muchos miles de personas al día. Y es probablemente la montaña más concurrida del mundo. No en vano está bastante bien señalizada y con ciertas comodidades que no se ven en otras montañas que hasta un niño podría subir; con equipamiento y guía adecuados. Y de hecho subían.

Fuera de esa época no se puede subir sin un permiso y equipamiento especial porque está cubierta de nieve. Incluso en verano es posible ver nieve en algunas partes de la cumbre.

Yo subí con una pequeña mochila, con mi cámara de fotos DSLR que no saqué de la mochila en todo el ascenso ni descenso por temor a que se estropease con la niebla y llovizna que se echó encima pronto.

Cuando subí el Moncayo decidí que no me llevaría la cámara para ir más ligero. Pero unos días después intentando hacer una foto de la Luna con el móvil cambié de opinión. Fue un error. Por mucho que te guste hacer fotos. Y aunque las vistas desde tan arriba puedan ser espectaculares (si no hay nubes) es mejor estar descansados y disfrutarlo; que no trabajar más de la cuenta por una imagen fija que puedes sacar con algo más ligero que una cámara completa como la del móvil. Hice más esfuerzo para nada. Además con tanta gente subiendo el Fuji cada año, hay fotos del lugar a mansalva. Y mejor que fotos; vuelos con drone en 4K espectaculares.

Eso sí, tomar fotos con el móvil y geolocalizarlas viene bien para tener un diario de la experiencia. Por si acaso usad un móvil que aguante bien el agua. A la bajada por si acaso yo no lo saqué para nada, para evitar que se estropease. 

Además prácticamente en toda la ruta Yoshida hay Wifi y red de datos 4G para retransmitir en directo con Periscope o similares. Aunque es mejor grabarlo localmente porque cuando lo usé yo la app corrompía los vídeos y los archivos de la nube desaparecen. Aún así un fragmento de lo que transmití sí que se salvó.

Lo último que incorporé a mi equipo de escalada fue un bastón plegable. Que ya tenía previsto comprar desde que subí el Moncayo "a pelo"; Sin nada donde apoyarme y poder descansar. Y envidié mucho el bastón del amigo que me acompañó.

Dos bastones tampoco habrían venido mal a la bajada del Fuji. Lo compré junto con un conocido con el que quedé en Kioto en una tienda de deportes que encontramos cerca de Karasu(el centro más comercial) y estaba rebajado de precio.

Empecé a entrenar en invierno de 2014/15 cuando mi aguante caminando, a aprox. 250 metros de altitud sobre el nivel del mar que tiene mi ciudad, apenas pasaba de 20 ó 22 minutos. Y decidí ir incrementando ese aguante a razón de un minuto diario, más o menos, hasta alcanzar paseos constantes de 90 minutos sin detenerme.

Hice un cálculo de que ese sería el tiempo máximo que me llevaría recorrer en la ruta Yoshida del Monte Fuji el tramo más largo entre refugio y refugio. Lo cual fue una asunción estúpida. Porque primero no se tarda tanto. Y segundo, puedes, y de hecho deberás descansar en cualquier momento que te lo pida el cuerpo.

A partir de los 2500 metros o poco más de altitud en el Fuji, la atmósfera es más ligera, con menos oxígeno; aunque no notas nada normalmente, si no te da mal de altura. Un esfuerzo simple como caminar se vuelve algo cansado como si estuvieras corriendo.

Uno de los truquitos que deduje eran necesarios y luego vi explicado en el anime de Yama no susume, era hacer respiraciones profundas. Inspirar y expirar. Yo lo hacía parando a respirar así, especialmente entre séptima y octava estación, unas cuantas veces. Cada 10 pasos tan solo; A veces.

Otra cosa que también me dio mucho ánimo fue escuchar música con los auriculares desde el móvil durante el ascenso.

Lo que más me enfadaba era llegar a un refugio después de haber pasado la séptima estación y el nuevo refugio, tras tanto esfuerzo, también era parte de la séptima estación. Daba sensación de que no habías avanzado nada

Uno tras otros, seguían siendo la séptima estación que tanto cuesta llegar y luego se hace más "cuesta arriba" y luego varias octava, y hay estaciones y media también.

Es como ese que te dice -cuento hasta diez- Y al llegar a 8, empieza contando en fracciones... -8 y medio, 9, 9 y tres cuartos...-

En "Yama no susume" se explica que aunque en Japón se tiene tendencia a dividir todo en partes proporcionales de 10%. Las 10 estaciones en las que está dividida la ruta desde el pie del Monte Fuji a la cumbre no son exactamente una distancia equidistante, sino que están ordenadas según el grado de dificultad de ir de una hasta a la otra. Así pues ir de la 5ª a la 6ª estación es pan comido. 20 minutos me costó; en ese punto todos dicen... -bah! Esto está hecho en un pis pas-.

De la 6ª a la 7ª estación es ya la "real thing". Más duro. De la 7ª a la 8ª es doble de duro que la 6ª a la 7ª estación. Y progresivamente es cada vez más difícil.

Antes de subir el Moncayo y casi terminando el invierno me hicieron una intervención en quirófano local, porque después de dos años sin verme el dermatólogo de la seguridad social me citó y decidió que una "peca" o nevus de mi cintura debía ser extirpada por sospechosa; pues todos los manuales indican que esa zona es "peligrosa". Finalmente fue benigna pero la intervención suspendió mi entrenamiento. Y me tuvo como mes y medio a dique seco de sobre-esfuerzos por el post-operatorio con la tara añadida de haber engordado un poco por consejo médico para la operación.

Así que todo lo entrenado no sirvió para mejorar mucho mi forma física de ratón de biblioteca pero al menos sí pude estar preparado para largas caminatas. Al aprender trucos como llevar doble calcetín o una crema especial que evita las rozaduras en los pies. Que ya tuve en los primeros paseos de menos de 30 minutos. Ja.

Otra cosa que no había comentado, este mismo dermatólogo me diagnosticó años atrás un tipo de patología ungueal en las uñas de mis pies que me hacen difícil tomar ciertas posturas como ponerme de puntillas o agacharme.

Ya digo que soy un negado para esfuerzos físicos. No obstante cuando los tengo que hacer los hago procurando adoptar la postura más cómoda.

Y si eso no fuera suficiente antes de cumplir los 18 un traumatólogo redactó un informe explicando que tengo una cadera más alta que la otra, o malformación congénita, es decir que nací con una pierna algo más corta que la otra y el pie algo cavo; Y en Pamplona médicos militares pudieron comprobar también cuando me llamaron para examinarme ante las alegaciones que me declararon exento del servicio militar.

El informe básicamente decía que me canso al andar demasiado. Y no hizo falta explicar más.

Dicho todo esto: ¡¿Cómo se me ocurre hacer un paseo de 7 kilómetros de subida y unos 7 más de bajada, a una altitud que deja literalmente casi sin aliento?!

La montaña no es desconocida para mí. De pequeño he viajado en varias ocasiones al Pirineo y hasta a las Dolomitas. Y aunque esquiar sólo lo hice una vez en Italia con un pariente que me dio una sóla lección patatera de esquí mientras subíamos en el teleférico, con resultado de cara llena de nieve mientras bajaba sin control de culo y al recuperar el control no querer volver a probar nunca más.

Sí que en el Pirineo usaba mi trineo de peque. -Oh! Creo que voy a gritar "Rosebud" en cualquier momento. Jaja.- Y en general he viajado bastante a lugares altos.

Así que, como ya he dicho, quería mandar postales. La oficina de Correos de la cumbre sólo funciona durante el verano. Y todas las cartas enviadas desde ahí llevan matasellos de "La cumbre del Monte Fuji".

Y si me propongo algo no me importan mis limitaciones. Procuro salvarlas como sea.

Cuando inicié el ascenso eran las cuatro de la tarde y en torno a cinco horas más tarde alcancé la Octava Estación Original, como a una hora más de ascenso desde la Octava Estación. Tras dormir hasta las dos de la madrugada, recoger, reponer fuerzas e ir al baño, en torno a las tres de la madrugada con la linterna a batería atada de cabeza retomé el ascenso hasta la décima estación, o cumbre que costó dos horas más. El descenso fue cosa de unas 4 horas. Parando muchísimas veces con la lengua fuera por la falta de oxígeno, supongo, sobre el bastón.

La gente que bajaba me veía al pasar apoyado y me preguntaban si estaba bien. "Tsukareta" (cansado, decía). A veces adelantaba yo a gente y otras me adelantaban a mí, mientras experimentaba el mejor modo de bajar y bajar y bajar por ese camino interminable. En el que no hay ni refugios, ni baños, ni nada de nada. 

Si tienes ganas de ir al baño, mejor ve antes de empezar a bajar de la cumbre. Aunque te dé pereza recorrer los metros que hay hasta los puestos, templo y refugio desde la ruta de bajada a cerca de la llegada de la ruta de ascenso.

Y si tienes fuerzas extra, mucha gente se da un paseo alrededor de todo el cráter. Algo que puede costar como mínimo 40 minutos o una hora. Si no te paras. Quizás dos. Yo no tenía plan de dar la vuelta al cráter porque al planificarlo me pareció peligroso. Especialmente las imágenes que vi en el Google Streetview de la parte oeste del cráter.

Aunque toda la ruta del ascenso está delimitada con unas cadenas, que no hay que tocar, pues no son ganchos para escalar, pero confieso que alguna vez las toqué y seguro que no fui el único, en la cumbre pese a que no hay muchas opciones para desviarse del cráter es más complicado orientarse. Faltan referencias visuales y no hay cadenas que delimiten el camino. Al llegar es posible que haya algún letrero que muestre mapas del lugar que conviene estudiar bien antes de moverse si es la primera vez que se visita.

Tras varias horas descendiento un japonés fue el que me preguntó a mi al pasar -¿faltará mucho para llegar?.- -Ni idea.- Jaja. Se hace muy largo.

Entre mi ropa de montaña llevaba unos leotardos especiales para mantener las piernas calientes. Pantalón especial de nieve, impermeable (aún así la cartera de dentro acabó empapada por estar todo el rato dentro de una nube con agua tan fina que atraviesa todo.), calcetines, zapatillas deportivas convencionales(las que uso siempre en ciudad) sin cordones. De velcro. Camiseta térmica; Otra camiseta Midlayer; Un Jersey con cuello de cremallera; y softshell; todo del Decathlon, braga de cuello, gorro, gafas de sol, la linterna que usé, y otra de repuesto (que perdí por la litera del refugio).

Hice caso a un amigo sobre "lleva siempre el número de linternas que necesites más una"; Uno de los mejores consejos. Hay que tener en cuenta que para ver el amanecer, gran parte del ascenso se hace de noche. Así que una buena linterna de llevar a la cabeza o atada a la chaqueta con bastante batería es imprescindible. Pero si llevas alguna más de repuesto nunca está de más.

Eso sí. Hay que andar antentos. Y procurar siempre no perder ni una astilla de plástico por la montaña. Respetar la naturaleza. Y mantener todo limpio. Puede parecer poca cosa. Pero si multiplicamos esas "pocas cosas" por 300.000 escaladores las instituciones y asociaciones "ong" que se dedican a la conservación del Fuji recogen toneladas de desechos cada año.

También me llevé algunas cosas más. Faltó un impermeable especial para cuando hay nube. Tanto para cubrirse uno, como para cubrir la mochila. Y vi a otros escaladores usarlas. Todo acabó empapado. En la oficina de Correos vi ojiplático el estado de algunas postales que incluían sobre de papel, que llevaba en la mochila escritas dos noches antes, humedecidas. Y las agitaba nerviosamente mientras esperaba mi turno para entregarlas y sellar.

El calzado tampoco era el más apropiado para el descenso. Para el ascenso quizás sí. Porque aunque todo es bastante liso, hay partes que son de verdadera "escalada" con rocas que hay que salvar y subir para arriba sin resbalar. Al bajar, entre la humedad y la tierra se llenaron bastante de barro al arrastrarlas constantemente.

Además en el refugio, al despertarnos a las 2AM, nos recomendaban no subir por estar el suelo mojado por la lluvia. Aunque todo el mundo subía ya en la hora punta del ascenso, camino del no-"go-raikō". Aunque como era día de labor y ya había pasado el Obon no era de los días más concurridos. Pero esas dos horas de ascenso a la cumbre no cabía un alfiler entre la Hon Hachi GōMe y la cumbre.

Para reservar la plaza en el "hotel" Fujisan de la Octava Estación Original 本八合目 (que a veces traduzco equivocadamente como "Verdadera Octava Estación"; pero en realidad es que esta vieja octava estación se trasladó, o se creó otra nueva octava estación más abajo; quizás para repartir mejor el caudal de escaladores; Aún no he leído mucho acerca de este tema. ) pedí ayuda a mi profe que pudo contactar con ellos estando en Japón dado que la propia web, aunque llegué a usar un proxy que me permitía acceder, llegó un momento en que no dejaba hacer reservas desde fuera de Japón.

Curiosamente en la Octava Estación, más abajo, el simpático personal del refugio me ofrecía quedarme a dormir, sin reserva previa, oferta que tuve que rechazar pues ya tenía mi reserva más arriba. Y hubiera sido además más duro el ascenso desde tan abajo. Desde Hon-hachi-gōme fue cosa de dos horas a muy buen ritmo y no me cansé tanto como todo el ascenso anterior. Y además se iba en fila india, ya sin nadie adelantando a nadie y parando todo el mundo justo cuando tenía necesidad de descansar.

El poso de la experiencia se queda para siempre. Sólo hay dos tipos de personas en el mundo, los que han subido el Fuji una vez en su vida y los que no.

Hay una montaña en Tenerife que tiene muchas similitudes con el Monte Fuji, el Teide (casi la misma altura, también es un volcán aunque está en otra latitud quizás algo más cálida), pero los "escaladores" no tienen que hacer tanto esfuerzo porque allí hay teleférico. No obstante, al subir más deprisa, creo que es más frecuente la gente a la que le da mal de altura en aquella.

En el Monte Fuji leí que hace bastantes años hubo intención de poner teleférico pero un movimiento de interesados en su conservación juntó apoyos suficientes para impedirlo. Y creo que es mejor así. 

La experiencia te conecta con la naturaleza y con tu propio ser. No estoy hablando de milongas místicas ni espirituales pero sí te hace apreciar la inconmensurable grandeza de la naturaleza, alejado de la ciudad, y muchas comodidades salvo por las cabañas desperdigadas que ofrecen alimento y refugio del frío e inclemencias climáticas de las primeras horas de la noche; Y aprecias el valor de hacer las cosas con el esfuerzo de tus propios pies y manos ligeramente limitados por la atmósfera aligerada de oxígeno.

Los más vagos y pudientes pueden contratar unos burritos, que cuestan igual 40.000 yen o más, una burrada; según el trayecto a recorrer y que hay en la Quinta Estación y pueden ahorrar la caminata y escalada hasta la séptima estación; que es una ruta dura. Pero a partir de ahí hace falta mejor abrigo aún, estar descansado y tomar buenos alimentos.

Hay también cerca de la sexta estación, como a 3 kilómetros de la quinta al regresar por la ruta de descenso, una zona por la que también hay burros de alquiler. Recuerdo al llegar el primer día a la quinta estación y empezar mi ascenso que vi volver a un burro de estos con un "gaijin" recostado en la carretilla que parecía para el arrastre de cansancio.

Yo tras tanta paliza pregunté en los burros de vuelta por el precio. El hombre me lo escribió por si no entendía japonés y mientras me iba tras reclinar la oferta, el hombre me animó con un sonoro "GANBARE". Y ya desde ese punto se me fue todo el cansancio. Había árboles; al contrario de más arriba donde no crece vegetación. Es decir, había oxígeno y me sentí perfectamente varios kilómetros antes de llegar al punto de partida a 2300 m. de altura; donde hay grandes baños que no costaban dinero, al menos ese día. Y tiendas, otra oficina de correos, por si no queréis matasellos de la cumbre pero queréis presumir de matasellos desde el mismo Monte Fuji; restaurantes y varias lineas de autobús. 

En temporada de ascensos de verano no se puede llegar en coche salvo si son no contaminantes, eléctricos o de célula de hidrógeno. No obstante no lo recomiendo porque la de autobuses que suben y bajan es demencial y conducir entre ellos, aunque no se adelante, puede ser muy estresante.

Y creo que ya me he explayado a gusto. Si estas 29.600 letras no me parecen suficientes iré modificando el artículo y añadiendo cosas que lo mejoren. Aunque quizás lo suyo sería resumir. Pero tengo poco tiempo para eso ahora. Jeje.

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