Llegó el día para el que me había estado preparando durante meses.
No soy deportista, y no lo seré nunca. No voy a dedicarme a subir montañas porque haya subido una o dos, ahora.
Soy más flojo que la mierda de pavo pero hay una constante en mi forma de ser que implica que aquello que me propongo y está en mi mano, lo hago. No hay excusas.
El miércoles 19 de agosto me levanté antes del amanecer. Me despedí del albergue de Kioto y me encaminé con mi equipaje hacia la estación, a tomar el primer Tren Bala de la mañana.
El Monte Fuji estaba, en principio, a 6 horas de distancia (~585Km) entre trenes y un autobús hasta la conocida Quinta estación, también llamada Subaru Line, en la ruta Yoshida.
Para una empresa tan ambiciosa como subir el Monte Fuji fue poco razonable comenzar el viaje desde tan lejos, pero lo planifiqué así con el fin de aprovechar más el viaje. En inglés "turismo" se dice "sightseeing" es decir "Ver lugares dignos de ver". Y eso es lo que quería hacer en mi viaje. Cuantos más mejor.
No contento con eso escogí una ruta más corta (~525Km) pero con un tren más lento, el Wide View Fujikawa, tardando una hora más de lo posible.
Y lo hice totalmente a sabiendas. Porque quería aprovechar aún más el viaje, tomando la ruta paisajística. Que bordea el Monte Fuji desde Shizuoka, por la ladera oeste del Monte.
Comparado con el Hida Wide View, que usé entre Nagoya y Takayama en otoño cuatro años atrás, esta ruta junto al río Fuji, en verano es bastante más fea. Con el río apenas sin caudal. Pero sigue siendo un recorrido muy bonito y bastante más pintoresco que dando un rodeo rápido por el este, desde Tokio o Yokohama; Y a mí me valió la pena.
El inmenso Monte Fuji apareció ante mis ojos más cerca de lo que lo había visto nunca subiendo hacia el norte, camino de Kōfu en el tren paisajístico, desde Shizuoka. El espectáculo era impresionante y empecé a intuir dónde me estaba metiendo.
El transbordo de tren, en Kōfu, fue el más rápido del viaje. Apenas había un minuto para cambiar de anden por un paso superior, por el que otros turistas y yo corrimos, escaleras arriba y abajo, hasta abordar el siguiente tren que estaba esperando en su vía cuando llegamos en el Fujikawa Wide View.
Más tarde, en 大月 Ōtsuki abordé el cuarto y último tren del día, el tren turístico Fujikyu. Una línea privada de tren, que es la única que te acerca a la ciudad de la ruta Fuji-Yoshida. Pagué con SuiCa más un suplemento por reserva de asiento; que, creo recordar, me cobraron en metálico. La decoración del tren por dentro era, sin duda, la más curiosa de mi viaje. Con asientos y mesas como si estuvieras en un barco o la terraza todo de madera de algún extraño bar country. Otro vagón más allá la decoración era diferente, aunque no lo retraté de cerca. Además la interventora y guía que anunciaba los lugares por donde pasábamos, en un momento dado, nos prestaba una pizarra con la fecha y nos hacía una foto con nuestro móvil o cámara a todos los pasajeros que estabamos por ahí. Algún espabilado japonés pidió hacerse una foto con ella.
Al llegar a la estación de tren Fujisan, en Yoshida-shi. Dejé la maleta en una consigna de monedas próxima, sacando mi mochila, bastón y cosas para el ascenso. Y comí en un restaurante del centro comercial de la estación. Concretamente unos fideos udon. Yoshida udon con carne y extra de huevo duro.
Después busqué con el móvil algún supermercado cercano. Encontré algo parecido a un drugstore grande al que fui caminando. En total 1,5 Km. entre ir y volver. Buena caminata antes de llegar si quiera a la montaña. Allí compre un par de botellines de Pocari Sweat (para probar) y Acuarius que tenian un envase práctico para la escalada que pesa poco y se puede reducir mucho su tamaño después. También algún botellín de agua (debí haber pillado un par más de las que compré), algunos zumos, algunas cosas dulces y, entre otras cosas, un sobre que tenía mini bocaditos de salchichón. (Qué picaba y no sabía muy bueno. :))
Finalmente, de vuelta en la estación compré mi billete de ida y vuelta (válida para el día siguiente) en autobús al Monte Fuji.
En la mochila me había metido alguna ropa para cambiarme para la montaña y aproveché este momento para equiparme del todo.
Eran cerca de las tres y ya empezaba a ser tarde para iniciar el ascenso si quería llegar con luz del sol a la primera parada donde tenía reservada una noche de alojamiento en la Verdadera Octava Estación, a 3400 metros de altitud.
El autobús nos llevó por el Fuji y en las pantallas se nos mostraba cuales eran las siguientes paradas. Entrando en la carretera de subida nos cruzamos con muchos otros autobuses que bajaban, teniendo otros delante y detrás que subían. En temporada de ascenso al Fuji, el acceso a los turismos está restringido. Y mejor que sea así, o menudo pifostio se armaría con tanto tráfico de autobuses. Se anunció enseguida la Primera Estación, y la segunda estación a unos 1590 metros de altitud. El aire acondicionado cambió de pronto por calefacción, cuando ya empezaba a notar frío.
Una vez en la Quinta Estación (Go Gōme) cantidad de personas con chalecos nos recibían con bolsas para que tirásemos nuestros desperdicios, ya que en la montaña no se puede tirar basura. Lo cual me resultó un poco chocante ya que todavía no tenía ningún desperdicio que tirar, y a la vuelta, el día siguiente, no los vi en el mismo sitio para deshacerme de mi basura.
En la Quinta Estación hay cantidad de tiendas, restaurantes, paradas de autobuses, información turística, zona de descanso e incluso una oficina de correos.
Aquí puede comprarse un bastón de madera de peregrinaje que te sellan al fuego desde donde lo compras hasta la cumbre en cada estación al módico precio de 300 yen por sellado. Yo ya llevaba mi bastón plegable de aluminio comprado en Kioto y ese bastón de madera me parece un peso muerto y demasiado grande para llevarselo de viaje y más si vas en avión. Pero es un recuerdo interesante si alguien lo quiere más auténtico que otras opciones como el certificado que venden en la oficina de correos de la cumbre que te puedes enviar por correo como una postal con matasellos de la cumbre, o tu propio bastón de escalada como hice yo.
De todos modos no sabía como funcionaba el tema de los sellados (stamp) y en algun momento de la escalada me empeñé en que me pusieran un "stamp" a mi pequeño bastón de aluminio. Algo que era imposible y así me lo hicieron saber. Jejeje.
Tras una visita al baño grande que hay bajando unas escaleras en la Quinta Estación, que, contra lo que había leído, era de uso gratuito (Al menos el día que fui. Miércoles, de labor. Los de las estaciones superiores cuestan 200 yen.) me enfilé sin perder más tiempo hacia la ruta de ascenso. Eran las cuatro de la tarde, hora de Japón.
El anochecer iba a llegar entre las seis y media y siete de la tarde. A las ocho ya era noche cerrada. Y tenía 1100 metros de altura que subir desde los 2300m, para llegar al alojamiento, como a unos 5 kilómetros "cuesta arriba" haciendo zig-zag.
Todos los mapas indican que entre la 5ª y 6ª estación se tarda entre 30 ó 40 minutos. Yo llegué para las cuatro y veinte. En 20 minutos. Es sin duda el tramo más fácil del recorrido. Y da falsas esperanzas sobre lo que puede costar llegar más arriba. Todos los demás tramos tardé más en recorrerlos que lo que indican los mapas. Claro que, incluyendo descansos y un montón de breves paradas.
Las estaciones son puntos intermedios, generalmente con una o varias casetas dispersas que tienen restaurantes, tiendas de recuerdos y provisiones y alojamientos de montaña tipo albergue con saco y futón incluídos, pero a precio de hotel de precio medio-alto.
Cada tramo entre estaciones es más difícil que el anterior. No porque el camino sea necesariamente más intransitable (que hay momentos en que se complica), sino porque la elevación y falta de oxígeno hace que cueste más.
De modo que el tramo entre quinta y sexta estación es más fácil que el tramo entre sexta y séptima estación. (Ya lo creo). Pero más fácil que el tramo entre séptima y octava estación. La cumbre es la décima estación. Y, para que resulte más llevadero, hay varias casetas en la 7ª estación, varias 8ª estación antes de llegar a la Verdadera Octava Estación (Hon Hachi Gōme). Y después hay octava y media, novena estación y cumbre.
Poco después de la sexta estación es cuando empecé a notar el cansancio. Cuando se sube de 2400 ó 2500 metros de altura es cuando el aire empieza a hacerse más ligero y aunque aún no se note mucho, hacer esfuerzos cuesta más. Es a los 2900 o 3000 metros cuando ya empiezas a sentirte como boñiga de vaca flaca. Empecé a parar con más frecuencia e incluso con un ritmo impuesto de 10 ó 15 pasos haciendo inhalaciones y exhalaciones profundas para retomar fuerzas.
Pasadas varias séptimas estaciones empecé a jurar en chino porque nunca pareces llegar a la octava estación. Suele haber unos 10 minutos entre cabaña y cabaña.
El sendero deja varias veces de poder llamarse sendero. Está delimitado por unas cadenas a izquierda y derecha para saber por donde ir. Pero lo de en medio pueden ser tanto escalones caseros hechos con travesaños de madera, como piedras, o grandes rocas bastante altas que hay que "escalar".
No hay que tocar las cadenas pero en muchas ocasiones me agarré en ellas para darme un pequeño impulso o mantener el equilibrio.
Cada vez estaba más y más cansado y llegó la noche. Saqué mis linternas de montaña y móvil que me colgué en la ropa para ver donde pisaba.
En total tardé cinco horas y media en llegar a la Verdadera Octava Estación.
Casi creía que no lo contaba. En la Octava Estación, ya de noche. Charlé con un grupo de empleados del lugar. Que me preguntaron si iba solo. De dónde era. Y si quería dormir ahí. -No, gracias. 予約があります Tengo reserva más arriba.
Hablando de algo famoso de España como son los encierros de San Fermín, para hablar de mi origen, y que conocían. Lo primero que les vino a la mente fue La Tomatina de Buñol. Oh! Sí... La última moda en España. Mira, tú. Jejeje.
Compré un botellín de agua. Algo que no debe hacer mucha gente pues es el botellín de agua más caro de Japón. Y exclamaron un Ohhh! al unísono, cuando pagué mis 500 yen. Ya que aunque me quedaba bebida en la mochila, el agua se había acabado.
Me dieron ánimos para la hora de ascenso nocturno que me quedaba pendiente, (subiendo pendiente). Y seguí con mi ritmo de descansos y respiraciones profundas hasta que llegué al Fujisan Hotel en la Verdadera Octava Estación.
No me dejaron ni coger el aliento. Las 21:30 horas. Cuando te van a despertar a las 2 AM. Es tardísimo. En la entrada me recibieron preguntándome si iba a dormir ahí. Y me hicieron entrar y sentarme delante de un encargado de tomar datos de la reserva y cobrar. Inmediatamente después dejé los zapatos junto a la escalera de acceso y me acompañaron a las literas.
Mi litera era una de las superiores. どう登りますか? -Cómo escalo hacia ahí arriba?- Pregunté. Ya estaba cansado de escalar. Je. Y me señalaron la escalera que había a un lado.
En cuanto dejé mi mochila y cosas colgadas de un poste, me tumbé bajo el saco de dormir junto a otro excursionista que no debería llevar mucho tiempo acostado. Porque noté que estaba despierto y yo le estaba molestando con mis resoplidos que debieron durar casi media hora hasta que me dormí.
Y al día siguiente me llevaría dos horas más, de 3 a 5 de la madrugada llegar a la cumbre, justo para la hora del Go Raikō (amanecer desde la montaña). Aunque está como a una hora si estás en buena forma, pero el flujo de gente no deja subir más rápido aunque quisieras. Yo aunque no hubiera habido gente creo que habría tardado lo mismo: dos horas; parando muchas veces a descansar. Aunque físicamente fue un ascenso bastante tranquilo; menos cansado de lo que cabría esperar; entre Hon Hachi Gōme y la cumbre. Pero un poco amargo al estar una nube de lluvia en medio de todo el recorrido, todo encapotado, sin dejar ver el Go Raikō pese a que la previsión era despejado hasta después de bajar al día siguiente.
Continuará en el Día 8 - El Monte Fuji (parte 2).
Fotos de todo el viaje pueden verse ya en este enlace: FreddyJP15 en Google Photos.
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