El género del cine gore es un divertimento que por lo general disfrutan más los que crean las películas que los que las ven.
Se hacen con artificios para fingir situaciones grotescas, que despiertan morbo o animadversión. Y, en algunos casos, miedo.
Peter Jackson y muchos otros cineastas consagrados se curtieron creando cine gore; Y en su versión de King Kong retomó un poco su vieja afición.
Mi acercamiento al género llegó en la adolescencia temprana con la proliferación de los videoclubs en VHS (junto al Beta y V2000, aunque nunca disfruté de esos formatos), a finales de la década de los 80'.
Entonces, algunos amigos y yo alquilábamos películas como Creepshow. Y oye, no estaban mal. Pero había una historia con cucarachas que me producía auténticas pesadillas.
En principio no era un género que me pareciese atrayente. Máxime cuando me desmayaba sólo con ver una aguja atravesar la palma de la mano de la profesora (con un hilo gordo de lana enhebrado) en clase de ciencias naturales, o al ponernos vídeos endoscópicos de documentales que ponían en TV (al menos dos veces más).
Pero tras unas buenas dosis de "Freddy Kruegger", Hellraiser y otras películas de autores de culto del cine gore aprendí a disfrutar de este tipo de ficción.
Sólo de la ficción. Muchos telediarios, hoy día, prefiero no verlos. (Aunque también emiten mucha ficción inventada mezclada con las noticias. #desastrofe)
En principio, casi me divertía más ver películas de "terror" en el cine, por el hecho de que hubiera otros espectadores, generalmente chicas, que chillaban en algunas escenas que a mí no me asustaban. Quizás mi vena "sádica" me hacía reir más ante semejante reacción por algo tan falso y manido.
Hoy día este tipo de cine no es santo de mi devoción. Quiero decir que no me empapo como a los 15 años de cine lleno de hemoglobina. Aunque aún tengo algo de debilidad por el sub-género de los zombies.
En cambio, desde 20 años después he disfrutado anime gore, quizás no lo más bestia que existe, sino series que incluyen el gore como parte del argumento. Es decir, que (normalmente) el gore no es el objetivo final del entretenimiento sino el medio que conduce la historia hasta límites desconocidos. Las series anime con el gore más gratuito que vi son quizas "Elfen Lied" o "Gantz", entre otros. Y gracias a conferencias como la de hace unos años en el FAN de "Anime Alternativo", de Jose Luis Puertas, y otras reseñas de otros aficionados, sé que eso no es, ni por asomo, lo más bestia que se ha producido en el mundillo. Aunque hay que tener algo de estómago para ver algunas de las series que yo ya he visto y me han gustado.
Cuando antes he puesto "terror" entre comillas, me refiero a que esas películas gore, o de sustos, no eran verdadero cine de terror.
El cine de terror no hace que te atemorices con una simple subida del volumen de una musica estridente o un ruido quejumbroso. El cine de terror hace que te inquietes por su trama, personajes y situación, sin que realmente tenga que mostrar el origen del terror.
Aunque no son los mejores ejemplos, "Alien, el 8º pasajero" o, los problemas presupuestarios y de fabricación del bicho, con "Tiburón" (Jaws), que apenas se mostraba en la película, producían en el espectador más miedo que si se mostrase explícitamente un ser monstruoso de apariencia realista.
Mucha gente afirma no gustarle el gore o "ese tipo de historias" y tal vez están eludiendo obras de arte que no son realmente gore de "albondiguillas" esparcidas como en un ventilador. Sino un soft-gore, con dosis de auténtico terror psicológico que hacen sentir al espectador que está viendo más de lo que ve.
Estas personas bien habrán visto esos últimos ejemplos en el cine; o películas de M. Night Shyamalan como "El sexto sentido" lleno de muertos y sustillos, y la han visto sin poner reparos e incluso les ha gustado por su intriga, suspense, vuelta de tuerca, o incluso por la acompasada partitura de James Newton Howard.
Y aquí es donde quería llegar. Una buena historia no necesita "albondiguillas" pero, si la buena historia trae "albondiguillas", no hay por qué rechazarla de plano. Depende de cómo sea su tratamiento; y tal vez de tu propia predisposición para disfrutar todos los elementos artísticos que contenga.
sábado, 4 de abril de 2015
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