A lo largo de cinco días lo visité en diferentes horarios como las 3 de la mañana, las 5, las 9, las 12.
Daba igual la hora intempestiva que fuera; A todas horas había gente entrando y saliendo y en ocasiones había que esperar a que se desocupase un baño y también se "desocupase" su usuario. Que más de uno, podría decirse, no tenían tímido el intestino.
Sin embargo en el pasillo exterior, fuera de los pabellones, los baños solían estar más tranquilos, limpios y aireados. Aunque ya tengo experiencia para saberlo, se me hacía "cuesta arriba" recorrer medio pabellón y subir las escaleras mecánicas cada mañana al levantarme para ir al aseo y volver, así que prefería usar los baños más cercanos que parecían el metro de Japón en día de huelga general a la japonesa.
Otra ventaja de salir a los pasillos exteriores del BEC era que las máquinas tenían las bebidas más baratas. Fue un detalle bastante "guarro" que la tarde del 23 subieran medio euro los botellines de agua en las máquinas de los pabellones 5 y 3. Mientras que en las máquinas, que olvidaron sus reponedores, frente al ascensor del parking, se podía seguir comprando el agua a 1 euro.
La cafetería estuvo abierta 24 horas como otros años e introdujo como novedad los fideos orientales, noodles, o ramen sin escurrir. Probé los de ternera y no estaban mal salvo por el hecho de que contenían pimienta negra y blanca y ese no es un sabor que tolere mucho... Afortunadamente disponía de agua abundante para contrarrestar el picor.
Más cerca de nuestros ordenadores, Telepizza ofrecía porciones de pizza de distintos tamaños y sabores para dar y tomar. Y había fauna de todo tipo para consumir cualquier pienso que nos dieran.
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