miércoles, 25 de junio de 2008

Cartílago y asco

Cuando iba al colegio entre 4º y 8º de E.G.B. era muy aprensivo. No soportaba la visión de la sangre e incluso llegué a desmayarme en clase en un par de ocasiones.

Una vez fue cuando una vasta profesora se atravesó la palma de la mano con una aguja enhebrada en lana roja para demostrar lo gruesa que es la piel. Creo que hasta vomité en el vestuario donde dejábamos los abrigos.

La otra vez fue viendo una grabación de esos documentales que ponían en TVE por la noche donde cada dos por tres una cámara endoscópica recorría esófagos, intestinos y demás interiores asquerosos mientras los describían.

Hoy día sigo siendo aprensivo pero menos.

Después de cumplir los 14 ó 15 años me aficioné al cine gore y de terror. Veía todas las películas de mi tocayo Freddy Kruegger, de Jason en Viernes 13, de Creepshow y similares. Me inmunicé y aprendí a disfrutar de la ficción sangrienta con el tiempo.


La ficción es distinta de la realidad. No debe confundirse aunque siempre hago ejemplos para aplicar en la realidad inspirándome en la ficción. Como hacen los religiosos inspirándose en sus biblias. Que a su vez suelen ser versiones adaptadas de la realidad.

Una cosa que más me divierte al ver una película de "terror" es oír gritar en la sala y yo me río del susto que se han llevado.

No obstante aun hay películas que logran inquietarme como "Rec". Que realmente está hecha con un estilo apropiado para su misión que es asustar "de veritè".

Ahora que estoy en fase de -Mira qué valiente soy que voy al dentista cada dos o tres días y no me quejo- cuando narro algo que me han hecho a algunos les parece una película de terror. Pero yo sigo aquí de una pieza (más o menos) y me río de que se asusten los que no han padecido lo que yo.

Aunque se hagan una idea, los "hyper-empáticos" no deberían leer mis siguientes descripciones sin mentalizarse de que no es para tanto.

Yo lo asumo y realmente acudir al dentista es algo tan normal como cortarse el pelo o las uñas. Al menos igual de necesario, normalmente con menos frecuencia.

Seguimos con el monográfico de mi "reconstrucción dental" aunque hay muchas cosas interesantes que me están pasando al mismo tiempo.

Tras la endodoncia de unos días atrás, la cuarta intervención que me hicieron en la clínica dental fue espeluznante si me hubiera visto por fuera.
Por dentro yo estaba algo inquieto porque tenía algo sensibles las encías y me dolía un poquitín; pero yo voy siempre en plan no-pasa-nada.

Fue la intervención más larga de las que llevaba hasta el momento. Hora y cuarto.

Me colocaron bastante anestesia en la encía frontal superior cuyo efecto duro como cinco horas y cuarto. Aun así la parte de detrás tras los dientes superiores no llegó a dormírseme incluso con dosis extra de anestesia.

Y empezaron a limarme dientes de la parte superior con un torno o algún aparato que requirió varias piedras de recambio, conforme me iban haciendo hueco y arrancando trozos de diente para colocar un puente provisional de 6 piezas dentales; para no dejar esos dientes "pelados" tras la intervención hasta que llegue el definitivo.

Esta vez cada vez que me enjuagaba escupía bastante sangre. A diferencia de las tres intervenciones anteriores. Y me acordaba de ese cartel de la película Saw 3 con una sonrisa en mis labios.

Me dolían los pinchazos cuando me raspaban la encía por detrás. Y me pregunto por qué no probarían también con un spray tópico como el del curetaje?

Al enjuagarme por última vez vi lo que parecía ser un pedacito de diente con un poco de sangre en el desagüe, pero más tarde descubrí que se trataba de un trozo del puente. La prótesis provisional nueva se había roto en el proceso pero el labio no dejaba ver bien la parte que faltaba. Y cuándo me miré en el espejo solo me fijé en que tenía dos paletas. Una más que de costumbre. Aunque simuladas.

El cambio fue brutal. Pues llevaba toda la vida sin un diente delantero y tener tantos "dientes" de repente requiere un proceso de adaptación que cuesta asumir.

Tengo que volver a aprender a silbar, a pronunciar letras o conjuntos de ellas... es costoso.

Y no se cuál es la mejor manera de masticar según qué cosas.

Es curioso a estas alturas tener que volver a aprender a "hablar" y a comer.

Dos días más tarde asistí con fuerzas renovadas a mi quinta intervención que consistió en cerrar la endodoncia. Por lo que se ve, la anterior vez se había hecho el agujero y rellenado de alguna amalgama para que se quedase hermética, y esta vez se reabrió el agujero, se obturó, se comprobó con Rayos X que todo estaba correcto y se encementó con varias soluciones "apetitosas" para endurecer la muela derecha endodonciada.

La anestesia duro también poco más de cinco horas y me dolió algo mientras me la ponían porque me la inyectaron de una vez y muy a fondo.

Tras la endodoncia me revisaron el implante provisional que simula 6 dientes frontales y arreglaron el agujero roto de la sesión anterior.

Continuará...
Amigos aprensivos, leed! Inmunizaros! ;)

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