El hecho de ponerse unos calcetines, tomar un desayuno, llamar un ascensor, meter un número en la memoria del móvil, consultar la guía de la TV, planchar una camisa, hacer la comida...
Todas las rutinas son aburridas y según como se enfoquen no le interesan a nadie. Si quisiéramos ver la vida tal y como es no necesitaríamos ir al cine.
La rutina de un héroe de cine es más interesante. Te despiertan unos espías que intentaban matarte. Tras zafarte de ellos, viajas en un dos caballos que sorprendentemente corre que vuela. Saludas a Mariella, una chica extranjera de muy buen ver que siempre se te muestra abierta y simpática, que va con un paraguas rojo a todas partes.
Cuando llega la hora de comer no hay tiempo para entretenerse y te subes a un Segway para atravesar un camino lleno de brasas encendidas que un loco que quiere matar a Mariella ha interpuesto para que no le alcances. Finalmente logras poner a salvo a Mariella pero el loco te secuestra y cambiamos de escenario.
Al abrir los ojos escuchas en la lejanía un órgano de tubos que alguien está tocando con estilo barroco. No puedes moverte mucho pero con unos movimientos de cadera logras sacar las llaves del dos caballos como si lo hicieras todos los días y las aprovechas para romper la cuerda que ata tus manos.
Al salir del desván oscuro en el que te encontrabas observas la entrada de una mansión vieja y lúgubre y te llama la atención un rincón donde se apoya un paraguas rojo como el de Mariella.
Al acercarte al origen de la música ves que quien toca es el loco que enseguida saca una pistola con la que te apunta. Entonces dices unas palabras elocuentes y le lanzas el paraguas al loco que pierde el equilibrio y la pistola. Le arreas tres mamporros y lo dejas K.O. Entonces aparece Mariella, coge la pistola y...
Bah! ¿Para qué seguir? Mañana será un día completamente diferente.
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