jueves, 19 de junio de 2008

Curetaje

Me parece increíble la de gente que ve el hecho de ir al dentista como algo normal.

Después de tantos años avivando mi escepticismo. Pensando que esas mandíbulas de hace cientos o miles de años están perfectamente conservadas sin dentistas, aunque sus dueños no tanto. :)

Y ahora que mi atención se ha centrado en asuntos de salud buco-dental no me fijo en casi nada más; Todo el mundo acude con regularidad, cree que hago bien yendo o pretenden ir ellos también. Al menos nadie me mete miedo cosa que es bastante difícil desde el momento en que pulsé el número de teléfono (que me conectó al Matrix ;-)).

Sin embargo me parece que apenas nadie acude cuando no le duele nada como he hecho yo.

Aunque por otro lado si no fui antes es porque también esperaba estar en buena forma física y mental.

Lo que más me reventaba de niño, las pocas veces que fui al dentista, es que me mandasen volver más tarde, indefinidamente, cuando tendría alguna infección dolorosa que debía ser tratada con medicamentos.

La segunda intervención en el dentista que me hicieron este milenio fue una operación rutinaria pero bastante concienzuda. Pues consistía en limpiar la boca y limar bien toda aspereza diente por diente hasta dejar las encías saneadas y relucientes ayudándose con unos hierros llamados curetas (según Wikipedia o Yahoo answers, que son las fuentes de información que suelo consultar... empezando por San Google).

La anestesia esta vez solo consistió en una solución tópica disuelta con spray por toda la boca que no me la durmió demasiado, aunque lo suficiente para no sentir excesivas molestias conforme notaba tocarme diente tras diente. Y tras algo más de media hora salí tranquilamente como había venido.

Eso sí al cuidarme más la boca, en casa empecé a notar más ciertas imperfecciones, y viejas fisuras que tendrían que irse arreglando.

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