Ya van 16 (ó 20) citas a las que he acudido a una clínica dental en los últimos tres meses.
Está vez la sala de espera parecía un vagón de metro en hora punta. Aunque me daba la sensación de que mucha gente venía acompañada, de modo que ocupaban más sillas.
Aprovechando que tenían un gabinete libre, mi dentista, tras unos cuarenta minutos de espera, mandó ubicarme allí mientras su asistente me retiraba los (puentes) provisionales.
Por fin he visto los puentes definitivos. Me han parecido un poco "imperfectos". Quiero decir; naturales. Con color de dientes no uniforme en lugar de plástico o algo demasiado liso.
Las paletas frontales me seguían pareciendo algo grandes aunque son más cortas que las de plástico. Pero estoy tan acostumbrado a las paletas grandotas de los provisionales que hasta me gustan más así de grandes.
El puente frontal no lo he visto adaptarse muy bien a mis encías.
Una de sus piezas tampoco le ha gustado como se adaptaba a mi dentista y al colocar todos los puentes ha visto que al morder chocaba antes con el lado derecho que con el otro; así que después de pulir un par de veces ha anotado otro detalle para que retoquen los puentes en laboratorio.
Me han tomado un molde y me han vuelto a colocar los puentes provisionales con ese asqueroso cemento provisional de cuyo sabor estoy más que acostumbrado cada vez que salgo de la consulta.
Una observación que me ha hecho mi dentista es que un diente, que tengo junto al incisivo inferior derecho, lo tengo nuevo; sin estrenar. No lo he usado nunca dada la forma de mi boca. Conserva aun las puntas propias del diente que aun no ha nacido cuando no eres más que un feto. Así que... Aun me mantengo joven en algunas partes de mi cuerpo. :)
La semana que viene continuará.
viernes, 22 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios de humanos, bienvenidos.