Martes, 25 de julio 2011. Octavo día en Japón.
Aún "no habían puesto las calles" en el distrito de Hakata en Fukuoka. Ni si quiera había amanecido aunque faltaba poco. Me dirigí a la estación del shinkansen por las calles vacías, recogí mi maleta de la consigna; que se puede tener hasta tres días pagando 400 yen por día al recogerla. Y comenzó un largo viaje de más de 1000 Kilómetros repartidos en dos trenes bala (shinkansen) uno a Shin-Osaka (622 Km.) y otro desde ahí a Nagoya (185 Km.), más otro tren turístico más lento de vistas panorámicas de la región (Hida Wide-view) realmente maravillosas (y hay quien me ha contado que se durmió pudiendo verlas... ¡Grave error!) con 168 Km. de recorrido entre lagos y montañas. y los últimos 50 Km. conduciendo yo mismo.
Madrugar tanto ayudó a llegar de día al destino. Llegué como a las dos de la tarde a la delegación de Toyota Renta-car de Takayama para alquilar el coche que me llevaría a Shirakawa-go menos de una hora después.
La conducción por la izquierda con un utilitario de marchas automáticas sólo tuvo dos "incidencias" que merezca la pena reseñar. Una, mientras salía de la ciudad de Takayama, al ir a tomar un ramal con separadores de hormigón que dividía la autopista que venía en sentido opuesto a Takayama que hacía una curva a la izquierda; de pronto, vi que un coche se acercaba y me dio la sensación, aunque yo estaba bien, podía ser, si se condujera por la derecha (mi mente aún se estaba acostumbrando), que por mi carril estaba viniendo un coche y al ser un sólo carril de acceso no había desvío posible y me daría de bruces con él. Así que frené casi en seco por si tenía que salir de ahí antes de meterme. Afortundamente no había nadie detrás; Después recordé las palabras de la chica de la oficina que me dio las llaves "-Take it easy" y seguí hacia adelante mientras veía que el coche que venía no venía por mi carril sino por la autopista paralela y la curva me había dado impresión de que podía venir por ahí.
El otro "problema" fue usar el GPS que estaba en inglés (fácil de entender) pero al no estar acostumbrado a sus excentricidades (y sí a las de mi móvil) tuve que ponerme el mío propio cuando en un momento dado me metió antes de tiempo, llegando al mirador de Shirakawa-go, por la carretera que no era porque avisaba con mucha antelación tres veces, en lugar de dos como hacía el mío.
Una vez que le cogí el tranquillo al GPS del coche ya no hubo problemas. Y tampoco era una ruta muy complicada, ni transitada.
Shirakawa-go tiene la peculiaridad de no tener estación de tren; de modo que los dos únicos modos de llegar son en autobús (bastante caro y con horarios algo limitados, aunque creo que llegué a la vez que uno, pero no hubiera podido subir al mirador dos veces) o en vehículo propio, aunque hay que tener una habilidad especial para aparcar en algunos minshuku del lugar; pero la anfitriona cogió las llaves y me lo condujo al lugar para aparcar junto a la casa con gran soltura.
Otro dato reseñable es que la "autopista" de peaje de Shirakawa-go solo tiene un carril. Y no se debe correr más de 80 Km./hora (tiene túneles bastante largos) aunque me dio la sensación que los autobuses que hacen esa ruta se la saben tan bién que pasan un poco del límite de velocidad, o el Toyota Passo de la casa de alquiler tenía trucado el velocímetro para que marque que vas bastante más deprisa de lo que vas. Je.
Hay otra ruta sin peaje pero es por una carretera tan enrevesada que probablemente costaría el triple de tiempo llegar, por lo menos. Y el peaje salía por 800 yen. Que con las fluctuaciones del euro de un día para otro me salieron a 7,89€ a la ida y 7,94€ a la vuelta.
Después de tan largo viaje llegó el momento de ver lo que tantas ganas tenía de ver... podría haber recorrido otros 1025 Km. si hubiera hecho falta para ver Shirakawa-go desde su mirador, en concreto el poblado perteneciente a la municipalidad de Shirakawa-go conocido como Ogimachi que aparece calcado en la serie "Higurashi no naku koro ni" como la villa ficticia de Hinamizawa. No era el único "peregrino" al que esa serie le había llevado hasta ahí y pude darme cuenta al día siguiente, por casualidad. Más detalles en el 9º día.
De todos modos el viaje mereció la pena en el momento en que entré en la casa de estilo Gashou Zukuri, arquitectura que convierte Shirakawa-go junto a Gokayama en patrimonio Histórico Artístico de la Humanidad por la Unesco, y pude ver una casa al más puro estilo tradicional japonés. Me recordaba la pensión Hinata de Love Hina... Paredes de papel correderas en un pasillo estrecho; tatami... Metí la gamba porque estaba despistado con dónde dejar la maleta cuando entré en mi habitación con las zapatillas. La cara de la anfitriona se parecía al cuadro El grito de Edvard Munch cuando me hizo entrar y no me quité las zapatillas de cortesía, que se usan para no ensuciar en vez de las que traes de calle que ya había dejado en su sitio. Eché atrás dos pasos y no llegó la sangre al río... No rompí nada. :/ Aunque, ingenuo de mí, pensé que su cara era porque me había puesto la zapatilla izquierda en la derecha, o algo así. xD
Yo ya sabía que en el tatami no se entra con calzado. Pero de saberlo a practicarlo me faltaba un trecho. Y más habiendo pasado 6 noches en hoteles de estilo occidental.
Después de acomodarme en mi habitación para esa noche, donde dormiría por primera vez en el suelo sobre el típico futón japonés con una estufa para el frío, me puse el yukata y un jinbaori (chaqueta para encima del yukata) que tenía disponible y fui a cenar con ello puesto. La idea les hizo gracia a los otros inquilinos que venían de Singapore y pensaron en ponérselo también pero al final me dejaron solo como a los de Tudela en el modo de vestir para cenar. Y la otra pareja de inquilinos de esa noche, japoneses jubilados de Shikoku, tampoco buscaron darle más "sabor" tradicional a la cena. Una cena tradicional japonesa; y pese a que soy (digamos) limitado en cuanto a mis gustos culinarios comí muy bien y no puse reparos.
Lo tradicional es lo que corresponde a un lugar del Japón rural profundo, aunque fuera un lugar "hiper-turístico" (al menos de turismo interior) había que mantener las costumbres. Realmente los que regentaban el minshuku (pensión familiar) eran gentes de la región con vida normal en el lugar y niños que van a la escuela en las cercanías.
Aunque el contacto con la anfitriona fue algo escaso porque ni yo hablaba aún suficiente japonés y ella nada de inglés y de español menos, logré comunicarme lo suficiente para pedirle un vale descuento, que ofrecen en todos los minshuku "gasshou zukuri" de ahí, para el Onsen de Shirakawa-go y me prestó también una linterna para moverme por la noche, tras la cena, por las calles del pueblo para darme un baño. Me desaconsejó ir con el yukata porque el junbaori no sería suficiente abrigo para la fresca noche (y lluviosa) de Shirakawa-go, así que me puse mi ropa normal y me fui caminando hacia mi primer onsen. Si había acumulado algo de tensión en el viaje de ese día y de tiempo atrás desapareció en esos baños termales.
Me daba cierto reparo desnudarme en el vestuario, pero son las normas. Tampoco había ya casi nadie a la hora que fui. Y en cuanto me quedé solo o no quedaban más que uno o dos bañistas aproveché para entrar en el recinto y empezar a lavarme en la ducha sentado en uno de los taburetes que había dispuestos en fila. Y poco después de irse el último que quedaba me metí en el agua... que me pareció que estaba ardiendo. Pero le eché narices y me metí bien al fondo. Y, ¡oh! ¡Qué relax!
Al rato vino alguien más y aunque el lugar era grande no sabía donde ponerme para no incomodarnos, aunque no se quedó mucho tiempo. Después de volverme a duchar y volver al onsen probé una zona por la que salían burbujas o chorro de agua a presión. Y tras una ducha más descubrí una puerta que salía al exterior. No me lo podía creer... ¡Onsen al aire libre! -Allá voy! Este era más pequeñito y recogido y, con la brisa fresca de la noche lluviosa, el agua muy caliente era todo un gustazo. Y empecé a tararear Love Hina, recordando el famoso anime de la casa de baños termales.
Antes de que me diera la hora de cerrar me sequé. Hay que aprovechar bien la toalla porque las que te alquilan son muy limitadas. Y cuando volví al minshuku a dormir estaba en la más absoluta de las glorias.
Entrada original en Otaku Sin Calma. Lo anterior, y todo lo que venga después en http://elotakutranquilo.posterous.com (Posterous: "Descanse En Paz")
Aún "no habían puesto las calles" en el distrito de Hakata en Fukuoka. Ni si quiera había amanecido aunque faltaba poco. Me dirigí a la estación del shinkansen por las calles vacías, recogí mi maleta de la consigna; que se puede tener hasta tres días pagando 400 yen por día al recogerla. Y comenzó un largo viaje de más de 1000 Kilómetros repartidos en dos trenes bala (shinkansen) uno a Shin-Osaka (622 Km.) y otro desde ahí a Nagoya (185 Km.), más otro tren turístico más lento de vistas panorámicas de la región (Hida Wide-view) realmente maravillosas (y hay quien me ha contado que se durmió pudiendo verlas... ¡Grave error!) con 168 Km. de recorrido entre lagos y montañas. y los últimos 50 Km. conduciendo yo mismo.
Madrugar tanto ayudó a llegar de día al destino. Llegué como a las dos de la tarde a la delegación de Toyota Renta-car de Takayama para alquilar el coche que me llevaría a Shirakawa-go menos de una hora después.
La conducción por la izquierda con un utilitario de marchas automáticas sólo tuvo dos "incidencias" que merezca la pena reseñar. Una, mientras salía de la ciudad de Takayama, al ir a tomar un ramal con separadores de hormigón que dividía la autopista que venía en sentido opuesto a Takayama que hacía una curva a la izquierda; de pronto, vi que un coche se acercaba y me dio la sensación, aunque yo estaba bien, podía ser, si se condujera por la derecha (mi mente aún se estaba acostumbrando), que por mi carril estaba viniendo un coche y al ser un sólo carril de acceso no había desvío posible y me daría de bruces con él. Así que frené casi en seco por si tenía que salir de ahí antes de meterme. Afortundamente no había nadie detrás; Después recordé las palabras de la chica de la oficina que me dio las llaves "-Take it easy" y seguí hacia adelante mientras veía que el coche que venía no venía por mi carril sino por la autopista paralela y la curva me había dado impresión de que podía venir por ahí.
El otro "problema" fue usar el GPS que estaba en inglés (fácil de entender) pero al no estar acostumbrado a sus excentricidades (y sí a las de mi móvil) tuve que ponerme el mío propio cuando en un momento dado me metió antes de tiempo, llegando al mirador de Shirakawa-go, por la carretera que no era porque avisaba con mucha antelación tres veces, en lugar de dos como hacía el mío.
Una vez que le cogí el tranquillo al GPS del coche ya no hubo problemas. Y tampoco era una ruta muy complicada, ni transitada.
Shirakawa-go tiene la peculiaridad de no tener estación de tren; de modo que los dos únicos modos de llegar son en autobús (bastante caro y con horarios algo limitados, aunque creo que llegué a la vez que uno, pero no hubiera podido subir al mirador dos veces) o en vehículo propio, aunque hay que tener una habilidad especial para aparcar en algunos minshuku del lugar; pero la anfitriona cogió las llaves y me lo condujo al lugar para aparcar junto a la casa con gran soltura.
Otro dato reseñable es que la "autopista" de peaje de Shirakawa-go solo tiene un carril. Y no se debe correr más de 80 Km./hora (tiene túneles bastante largos) aunque me dio la sensación que los autobuses que hacen esa ruta se la saben tan bién que pasan un poco del límite de velocidad, o el Toyota Passo de la casa de alquiler tenía trucado el velocímetro para que marque que vas bastante más deprisa de lo que vas. Je.
Hay otra ruta sin peaje pero es por una carretera tan enrevesada que probablemente costaría el triple de tiempo llegar, por lo menos. Y el peaje salía por 800 yen. Que con las fluctuaciones del euro de un día para otro me salieron a 7,89€ a la ida y 7,94€ a la vuelta.
Después de tan largo viaje llegó el momento de ver lo que tantas ganas tenía de ver... podría haber recorrido otros 1025 Km. si hubiera hecho falta para ver Shirakawa-go desde su mirador, en concreto el poblado perteneciente a la municipalidad de Shirakawa-go conocido como Ogimachi que aparece calcado en la serie "Higurashi no naku koro ni" como la villa ficticia de Hinamizawa. No era el único "peregrino" al que esa serie le había llevado hasta ahí y pude darme cuenta al día siguiente, por casualidad. Más detalles en el 9º día.
De todos modos el viaje mereció la pena en el momento en que entré en la casa de estilo Gashou Zukuri, arquitectura que convierte Shirakawa-go junto a Gokayama en patrimonio Histórico Artístico de la Humanidad por la Unesco, y pude ver una casa al más puro estilo tradicional japonés. Me recordaba la pensión Hinata de Love Hina... Paredes de papel correderas en un pasillo estrecho; tatami... Metí la gamba porque estaba despistado con dónde dejar la maleta cuando entré en mi habitación con las zapatillas. La cara de la anfitriona se parecía al cuadro El grito de Edvard Munch cuando me hizo entrar y no me quité las zapatillas de cortesía, que se usan para no ensuciar en vez de las que traes de calle que ya había dejado en su sitio. Eché atrás dos pasos y no llegó la sangre al río... No rompí nada. :/ Aunque, ingenuo de mí, pensé que su cara era porque me había puesto la zapatilla izquierda en la derecha, o algo así. xD
Yo ya sabía que en el tatami no se entra con calzado. Pero de saberlo a practicarlo me faltaba un trecho. Y más habiendo pasado 6 noches en hoteles de estilo occidental.
Después de acomodarme en mi habitación para esa noche, donde dormiría por primera vez en el suelo sobre el típico futón japonés con una estufa para el frío, me puse el yukata y un jinbaori (chaqueta para encima del yukata) que tenía disponible y fui a cenar con ello puesto. La idea les hizo gracia a los otros inquilinos que venían de Singapore y pensaron en ponérselo también pero al final me dejaron solo como a los de Tudela en el modo de vestir para cenar. Y la otra pareja de inquilinos de esa noche, japoneses jubilados de Shikoku, tampoco buscaron darle más "sabor" tradicional a la cena. Una cena tradicional japonesa; y pese a que soy (digamos) limitado en cuanto a mis gustos culinarios comí muy bien y no puse reparos.
Lo tradicional es lo que corresponde a un lugar del Japón rural profundo, aunque fuera un lugar "hiper-turístico" (al menos de turismo interior) había que mantener las costumbres. Realmente los que regentaban el minshuku (pensión familiar) eran gentes de la región con vida normal en el lugar y niños que van a la escuela en las cercanías.
Aunque el contacto con la anfitriona fue algo escaso porque ni yo hablaba aún suficiente japonés y ella nada de inglés y de español menos, logré comunicarme lo suficiente para pedirle un vale descuento, que ofrecen en todos los minshuku "gasshou zukuri" de ahí, para el Onsen de Shirakawa-go y me prestó también una linterna para moverme por la noche, tras la cena, por las calles del pueblo para darme un baño. Me desaconsejó ir con el yukata porque el junbaori no sería suficiente abrigo para la fresca noche (y lluviosa) de Shirakawa-go, así que me puse mi ropa normal y me fui caminando hacia mi primer onsen. Si había acumulado algo de tensión en el viaje de ese día y de tiempo atrás desapareció en esos baños termales.
Me daba cierto reparo desnudarme en el vestuario, pero son las normas. Tampoco había ya casi nadie a la hora que fui. Y en cuanto me quedé solo o no quedaban más que uno o dos bañistas aproveché para entrar en el recinto y empezar a lavarme en la ducha sentado en uno de los taburetes que había dispuestos en fila. Y poco después de irse el último que quedaba me metí en el agua... que me pareció que estaba ardiendo. Pero le eché narices y me metí bien al fondo. Y, ¡oh! ¡Qué relax!
Al rato vino alguien más y aunque el lugar era grande no sabía donde ponerme para no incomodarnos, aunque no se quedó mucho tiempo. Después de volverme a duchar y volver al onsen probé una zona por la que salían burbujas o chorro de agua a presión. Y tras una ducha más descubrí una puerta que salía al exterior. No me lo podía creer... ¡Onsen al aire libre! -Allá voy! Este era más pequeñito y recogido y, con la brisa fresca de la noche lluviosa, el agua muy caliente era todo un gustazo. Y empecé a tararear Love Hina, recordando el famoso anime de la casa de baños termales.
Antes de que me diera la hora de cerrar me sequé. Hay que aprovechar bien la toalla porque las que te alquilan son muy limitadas. Y cuando volví al minshuku a dormir estaba en la más absoluta de las glorias.
Japón 2011 -día 8- |
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