El sello de Guillermo del Toro se ha convertido en garantía de éxito. Quizás por su derroche de energía en cuidar detalles y su capacidad imaginativa.
La nueva historia del más famoso consumidor de "Red Bull" se supera a sí misma con buenas dosis de mamporros y socarronería bravucona.
No se que más puedo decir de esta película de dos horas a parte de que pasan rápido y tiene unos efectos visuales que pocos cineastas en el mundo pueden emular.
miércoles, 3 de septiembre de 2008
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