Pero, con más inteligencia que los animales en algunos aspectos y mucha menos en otros, las personas somos indiscutiblemente sólo una más de las especies animales que pueblan el planeta.
Seguramente somos la única especie que ha sabido adaptarse creando una civilización más o menos uniforme regida por una moral artificial. Pero seguimos teniendo impulsos propios de cualquier animal. Aprendemos, comemos, descansamos, y vivimos al estilo de los que nos rodean. Como pueda hacerlo una manada de elefantes o un colonia de suricatos.
Los animales que viven en ciudades, como gatos salvajes y aves, hacen acopio de ramitas para construirse un nido, o hurgan en las basuras, si no están bien precintadas, para llevarse algo de comer.
Parece ser que la alimentación y la vivienda es una preocupación fundamental para el resto de animales de nuestro entorno.
Los mapaches son también una especie de animal urbano que coge prestado todo lo que los humanos dejan a su alcance.
Los cuervos y otras aves similares vigilan para llevarse volando joyas y objetos relucientes.
También parece que cada animal tiene una característica predominante que los convierte en protagonistas de fábulas con moraleja en la que quedan retratados la mayoría de seres humanos.
Probablemente la recolección es muy útil para una hormiga que vive en su madriguera y no puede permitirse pasar día y noche buscando alimentos para su inmensa familia en especial cuando las condiciones climáticas hacen inviable la supervivencia fuera del hogar.
No gastar todo lo que se tiene, hacer acopio de conocimientos e integrar en nuestra personalidad comportamientos ejemplares, se consideran virtudes de las que nos conciencian muchas fábulas protagonizadas por animales. Aunque el nivel de equilibrio es muy subjetivo.
Cada persona tiene su propia escala de valores que da más importancia a unas cosas que a otras y mientras unas centran su vida en mantener un cierto número de relaciones sociales, otras parecen más preocupadas por incrementar el saldo de su cuenta corriente, o en ser dueños de posesiones que para cualquier otro podrían no conllevar ningún interés o, algo más inquietante, hay quién hace acopio de bienes que otros necesitan más que ellos.
Ni todo es blanco, ni todo es negro. Todos tenemos un poco de cada actitud. Aunque hay gente más avariciosa y egoista que se atiborra de cosas innecesarias y al mismo tiempo prescinde de necesidades más básicas dañando su salud.
Hay una frase de diálogo en la película Contact que enarbola la actitud previsora, o el despilfarro, que dice -¿Por qué tener sólo una cuando puedes tener dos simplemente por el doble de dinero?
Es una divertida expresión que me encanta; Si uno vale uno. Dos tendría que costar dos. Aunque en la práctica no siempre es así. Y es más que probable que podamos vivir sin tener repuestos de todo. E incluso que podamos prescindir de muchas posesiones que nos esclavizan; nos hacen responsables de su producción, cuidado, mantenimiento, limpieza y almacenaje.
Sea como sea cualquier decisión de apropiarnos de algo conlleva una serie de actitudes y acciones que rigen nuestra vida pasada y forma de ser en el futuro.
Buscar siempre el término medio tampoco es la mejor decisión. Porque lo mires por donde lo mires siempre estás en un extremo algo dogmático.
Por ejemplo yo colecciono algunas películas en Bluray. No muchas. Apenas un par de decenas. Son películas que en su día me gustaron o que quise comprar para verlas por primera vez, intuyendo que me gustarían mucho.
Para unos mi colección es ridículamente pequeña y para otros es absurdo querer ver más de una vez una simple película.
Desde mi punto de vista los primeros malgastan dinero en comprar montones de películas que pasan la mayor parte del tiempo en su caja, en una estantería. Y al mismo tiempo me parece que los otros no saben qué es poder disfrutar y deleitarse de una película las veces que uno quiera, y están perdiéndose un sin fin de emociones que probablemente los convierten en fríos monstruos más primarios que una medusa.
Coleccionemos lo que coleccionemos, sean datos binarios de Megaupload, o sombreritos en miniatura, o intereses de fondos de inversión en Deuda de paises con gobernantes irresponsables de todo el mundo que coleccionan sobornos de entidades sin escrúpulos (por supuesto debido a una ligera preocupación por la perdida de rentabilidad de los ahorros debido a las elevadas cotas de inflación generadas por culpa de nuestra propia avaricia), el mundo siempre se auto-equilibra.
Excepto con los sombreritos en miniatura. No hay manera de librarse de la superpoblación de este objeto. Son un problema mundial que nunca sabremos cómo abordar. :)
Desde mi punto de vista los primeros malgastan dinero en comprar montones de películas que pasan la mayor parte del tiempo en su caja, en una estantería. Y al mismo tiempo me parece que los otros no saben qué es poder disfrutar y deleitarse de una película las veces que uno quiera, y están perdiéndose un sin fin de emociones que probablemente los convierten en fríos monstruos más primarios que una medusa.
Coleccionemos lo que coleccionemos, sean datos binarios de Megaupload, o sombreritos en miniatura, o intereses de fondos de inversión en Deuda de paises con gobernantes irresponsables de todo el mundo que coleccionan sobornos de entidades sin escrúpulos (por supuesto debido a una ligera preocupación por la perdida de rentabilidad de los ahorros debido a las elevadas cotas de inflación generadas por culpa de nuestra propia avaricia), el mundo siempre se auto-equilibra.
Excepto con los sombreritos en miniatura. No hay manera de librarse de la superpoblación de este objeto. Son un problema mundial que nunca sabremos cómo abordar. :)
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