A parte de ser una de las mejores canciones de Yuki Kajiura, y "grito de guerra" de las chicas "mágicas" de Mai-Otome, materializar es una virtud que poca gente se propone lograr en todo momento.
El fracaso, no ya en lograr una meta sino siquiera en intentar alcanzarla, es el factor común de gente que no cree en sí mismos y en todo lo que pueden obtener a poco que lo intenten.
Por lo general nos dedicamos a materializar deseos ajenos constantemente. En el trabajo remunerado es normal. Pero no en otras facetas de la vida. No podemos dejarnos amedrentar por la gente que pide favores para que les resuelvas sus problemas y el malo seas tú si no lo haces.
Si eres un buenazo, como yo (a veces), el cabreo monumental siempre acaba en algún lugar entre la vesícula biliar y este blog, en vez de escarmentar al mal amigo.
No sería fantástico que todo el mundo tuviera el lema -Lo que quiero lo consigo (por mis propios medios, se entiende)-.
Si la gente no se procura lo que necesita por sí mismos debería haber un intercambio equivalente que nos resarciera para que cada cual pudiera lograr sus propias metas. No sé. Un tiempo equivalente de esclavitud. Dinero. Una paella y disfrazarse de pollo (referencia a El amigo informático).
Éste es (creo) el tercer post del mes en el que hablo de problemas porque, aunque es un mes en el que no he resuelto muchos de mis propios asuntos, me han pedido ayuda en tantas otras cosas que al final lo he reflejado de algún modo en el blog.
Pero no siempre se puede lograr lo que se quiere. Faltaría más.
Hay una norma que rige la anarquía que dice eso de -Tu libertad termina donde empieza la de los demás-. Es por esa razón que las tradiciones, costumbres o normas impuestas a la sociedad de distintas regiones, o el planeta entero, en ocasiones resultan absurdas o tiránicas.
Summer Wars - 2009 |
-Atiborrar a sus congéneres de las mejores viandas compradas y cocinadas para que se sientan agasajados y repitan al año próximo sin rechistar (porque es la tradición); Ver el programa de la TV; Salir de cotillón escabuyéndose cuando los demás parientes estén desprevenidos; jugar con la consola; leer la novela; escuchar música; chatear con los amigos; acabar la contabilidad a tiempo para fin de año; irse a dormir a las diez.
En fin. Todos tenemos prioridades, sueños o planes que queremos llevar a cabo pero siempre hay una maldita fiesta popular o un insidioso aprovechado que hará que lo postergues lo más posible, a no ser que aprendas a decir. -Hoy no, lo siento-.
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